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plo, huyó y se ahorcó. Pero los principes de Sa–
cerdotes no quisieron guardar en el tesoro un
dinero que era el precio de la sangre ; y com–
praron con él el campo de nn alfarero, para se–
pultar
a
lo·s extrangeros, que
fué
llamado
Haceldama
ó campo de sangre.
Al día signienle los príncipes de los Sacerdo ·–
tes llevaron
á
Jesus de casa de Caifos al tribunal
de Poncio Pilatos, gobernador romano, para que
este confirmase la sentencia; porque los judios_
no tenian el dereche Ll e c·ondenar
á
muerte.
Despues de haber interrogado Pilatos
á
Jesus
dijo:« Yo no encueutro nada de criminnl en este
hombre ;
»
y sabiendo que cr,1galileo lo mandó
· donde Herodes Antípas, tetrarca de Galilea, que
se hallaba en Jerusalem. Herodes deseaba cono–
cer
á
Jusus, porque esperaba que haria algun
milagro en su presencia ; pero no habiendo con–
testado Jesus
ú
sus preguntas, lo trató con des–
precio, le hizo poner una tunica blanca para
burlarse de
SU
reino
V
lo volvió
a
mandar
a
don
de Pilatos.
•
El gobernador, viendo que el pueblo insistia
en pedir la muerte de Jesus, . le
interrogó .por
segunda vez : -
a:
¿Eres
tú
el rey de los judíos?
Mi reino no es de este mundo, contestó Jesus,
si lo fuera mis siervos hubieran combatido para
que yo no hubiera sido entregado
a
lo s judios. ))
M_ienlras Pilatos juzgaba
á
Jesus, su muger le
mandó decir .
ce
No te mezcles en el negocio de
ese justo, porque esta noche he sufrido mucho
en un sueño
a
causa de él.
i>
Conociendo Pila–
tos que Jesus había sido entregado por envidia