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«En verdad os digo que no he encontrado

en Israel una fé tan grande.« Y volviendose al

Centurion continuó :

«

Vé y que se haga segun

has creido.

»

Y en el acto el siervo qued ó sano.

Estando Jesus en casa de un fariseo llamado Si–

mon, que le habia suplicado fuese á comer en

su compaüia, entró una muger de mala vida ;

y

arrojandose

il

los pies de Jesus, Jos rcgo con

sus lágrimas, enjugó con sus cabellos, cubrió

de besos

y

unjió, con perfumes. Escandalizado

el fariseo decía entre sí:

«

Si este hombre

fuera profeta sabria qu e esta muger es una pe–

cadora.

»

Pern

J

esu s eonociendo sus pensamien–

tos, entre otras palabras muy notabl es, le dijo:

«

Sus muchos pecados le son perdonados pnr–

quc ha amado mucho.

Algun tiempo despues entró Jesus en un

barco ('.On algunos de sus discípulos para atra–

vesar el lago Tiberiades. Mientras dormia se

levantó una fuerte tempestad

y

Jos discípulos

a terrados; le dispertaron diciendo :

«

Señor,

salvanos, que perecemos.

»

Pero Jesus les dijo

«

Hombres de poca fé, que temeis

?

»

Mandó

al viento y al mar que se tranquilizasen ; y al

punto cesó la tormenta.

La fama de Jos prodijios que Jesus obraba

llegó hasta la prision del Bautista ; el que des–

eando convencer

á

sus discípulos ) mand ó

a

dos

de ellos para que le preguntasen so.bre su

mision. Je sus hizo en su pres encia muchos mila–

gros y les contest ó :

«

Contad

á

Juan lo que

habeis visto : los ciegos ven, los cojos andan,

Jos sordos oyen y los muertos resu cítan.

»

Poco