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214 -

mino

á

la guerra que sostenian Felipe el Her–

moso rey de Francia y Eduardo I de Inglaterra;

pero Felipe rechazó su intervencion declarando

que en los negocios temporales no reconocia

otro superíor que Dios, lo que le indispuso con

el Papa. Bonifacío prohibió entónces

á

los ecle–

si ásticos pagar contribuciones

á

ningun lego

sin consintimiento de la Santa Sede; y Felip,e

en represalias impidi ó la exporlacion del oro y

plata de su reino, quitando estos ingresos al

tesoro pontificio. Desde este momento la oposi–

cion entre el Papa y el Rey sa convirtió en lu–

cha obstinada: Bonifacio declaró herejes

á

Jos

que no creyeran que los reyes estaban someti–

dos al Papa en

lo

espiritual y temporal; y Fe–

lipe hizo declarar en los Estados Generales la

independencia del poder real y mandó publicar

los mas violentos escritos contra Bonifacio im–

putandole blasfemias, herejías y vicios. Se pre–

paraba el Papa para lanzar contra el rey su

excomunion, que sin duda hubiera ocasionado

f

un cisma, cuando fué sorprendido en Agnaní

por Nogaret, canciller de Felipe,

y

Colona ene–

migo de Bonifacio, que acompañados de solda–

, dos se apoderaron del anciano Pontifice, le

insultaron y abofetearon; y -aunque el pueblo

le libertó de sus enemigos

y

le condujo en

1

triunfo á Roma, Bonifacio no pudo restablecer

su ánimo abatido por tantos ultrajes y murió á

e

los 80 años de edad en medio de trasportes de

j

ira. Con él terminó el omnimodo poder de la

Santa Sede. Le sucedió Benito XI que exco–

mulgó

á

los autores del atentado

y

que poco

despues murió envenenado.