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se hacia de las dignidades eclesiásticas;

y

aunque

graci_as á su actividad, génio

y

carácter logró

implantar algunas reformas,

no

pudo realizar su

plan

y

murió en lo mas crudo de la lucha. En–

tre sus s-ucesores son notable§ Urbano 11, el pro–

movedor de las cruzadas, que continuó la guerra

de las Investiduras

y

sostuvo dignamente las

las ideas de Hildebrando

y

Calixto

11

que amante

de la paz celebró el Concordato de Worms que

reconoció la libertad de la Iglesia en los asuntos

espirituales.

RestaU1."'acion del poder Papal ;

Ale–

jandro III, Inocencio III -

Durante la

época de las cruzadas los Papas que como gefes

de la cristiandad las habían promovido y au–

torizado, consolidaron el prestigio que desde

Hildebrando habian recuperado. Así en las guer–

ras de los emperadores de Alemania contra la

Italia el Pontífice fué considerado como defensor

-de la libertad y gefe del partido nacional que

quedó triunfante cuando Alejandro

Ifl

celebró

con el emperador Federico Barbarroja, vencido

en Legnano, la paz de Venecia en que fué re–

conocida la independencia de la Italia

y

la liber–

tad de la Santa Sede. El poder pontificio. se

acrecentó á principios del siglo XIII con el gran

Inocencio IIl (1198) uno de los J;>apas mas ilus–

tres que han ocupado la cátedra de San Pedro;

como tutor de Federico 11 gobernó la Sicilia por

medio de sus legados

y

ejerció grande influencia

en el Imperio; obligó á Filipe Augusto rey de

Francia

á

unirse á su exposa, poniendo su reino

en entre dicho ; excomulgó

a

Alfonso IX rey de