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emplazó al Papa
y
al rey ante el tri'bunal de
Dios en el término de un año
y
en efecto am–
bos murieron durante este plazo.
Los sucesores de Clemente V continuar
on enAvignon sométidos á los reyes de Francia
d.es–
prestigiando así el pontificado ; los mas
nota–bles son: Juan XXII qu e escandalizó á la Iglesia
estableciendo una tarifa para las dispensEis
y
dejó
á
su muerte
18
millones de escudos en su
tesoro; Inocencio VI, en cuya época Riensi pro–
clamó la República Romana,
y
Gregorio XI que
afectado por los di sturbios dé Italia, abandonó
á
Avignon
y
se trasladó á Roma terminando
entónces la
Cau tividad de Babiloni'a
(1376).
Gran
cisn1a
de
O~cidente
-
A
1
a
muerte de Gregorio
Xt
fué elegido Urbano VI
que dolado de un carácter severo trató de refor–
mar las costumbres relajadas de los Cardenales,
por lo que arrepentidos estos de su eleccion se
retiraron
á
Agnani, intimaron al Pontífice que
renunci ára, alegando que su eleccion no había
sido
libre,
y
eligieron
á
H.oberto de Genibra
que tomó el nombre de Clemente VII. Así la
Iglesia se vió dividida por el gran cisma de Oc–
cidente, que duró 50 años, escandalizó á la
cristiandad
y
acabó de desprestigiar al Papado.
( 1378).
Urbano VI se estableció en Roma
y
Cle–
mente VII en Avignon.. Estos dos Pontifices
rivales se excomulgaron mutuamente é hicieron
ineficaces los esfuerzos de los Soberanos
y
de
los pueblos católicos para restablecer el órden.
Urbano VI tuvo por sucesores á Bonifacio IX,
lnocencio Vil
y
Gregorio XII (Angel Coradio)