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día ejercer una influencia benéfica en Ja suerte
del pueblo judío que, dominado por ideas car–
nales y olvidando el verdadero senlido de tan–
tas profecias, esµeraban al Mesías como un guer–
rero
ó
conquistador invincible que había de
subyugar
á
todos los pueblos.
Los Romanos
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El imperio romano qu e
había llegado al mayor apogéo de cultura y podrr,
ofrecía
el
triste espectáculo <le una degradacion
aun mas espantosa. La familia, base y bosque–
jo de la sociedad, propiamente no existía : el
vinculo matrimonial habia desaparecido ; y por
el mas frívolo pretexto se separaban los espo–
sos para contraer nuevo enlace; llegando
á
tan–
to el escandálo que las mugeres contaron los
años por el número de mari.dos. La ternura se
habia borrado del cornon de los padres: los hi–
jos debían se r robustos y bien .formados,
y
las
hijas hermosas para que el padre pronunciase
la palabra
Tole
y
fueran criados en la casa
paterna; de lo contrario eran arrojados de ella
para ser mas tarde entregados por viles esprcu–
ludorcs
á
la indigencia
ó
á
la prostitucion. Los
esclavos que formaban en Roma la mayor parte
de la poblacion, eran tratados con la mayor in–
humanidad : muchas veces eran arrojados vivos
a
los estanques para servir de alimento
á
los
peces del opulento amo; y cuando abrumados
por el trabajo enfermaban
ó
llegaban á la vejez
eran abandonados en una isla del Tiber en don–
de morian de hambre.
Los extranjeros
y
los enemigos eran denomi–
nados en Roma con una misma palabra :
hos-