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tes,
y
tenían que sufrir las mnyores crueldades :
los que no eran exterminados en los campos de
batalla ó en los asaltos de las poblaciones, eran
reJucidos á la esclávitud ó debían servir para
divertir al pueblo en el circo, luchando con las
fieras ó en el combate de gladiadores. Estos
desgraciados, á quienes educaban para el com–
bate, aprendian á matar,
y
tarnbien á recibir la
mue1·te en actitud elegante, para complacer con
el sangriento espectáculo de su agonía á este
pueblo degenerado, que olvidado de las virtu–
des republicanas, solo pedía
á
sus déspotas pan
y
diversiones.
Panern et circences.
Cada dia
se hicieron estos combates mas frecuentes, y
costaron mas vidas que las mas sangrientas
guerras. Cuando César entró vencedor en Ro–
ma, para felicitarlo se presentaron
10,000
gla–
diado1·es en el circo
y
los saludaron con estas pa–
labras :
Cesar, nwrituri te salutant.
«César, los
que van á morir le saludan;
»
y
el mayor núme–
ro quedaron tendidos en la arena. A estos vi–
cios, que nos re-velan el carácter feroz del pue–
blo romano, estaban unidos todos los demas que
manifiestan la mayor inmoralidad
y
corrupcion
de las costumbres: el lujo, la embriaguez, el
impudor, el robo, la ociosidad, dominaban por
todas partes ::imenazando á la sociedad con una
proxima disolucion.
llllpotencia de la Legislacion de la
Religion y de la Filoscfia
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En medio
de tanta degradacion no existía ningun elemento,
ninguna institucion que pudiera contener el vicio
y
evitar la completa ruina que amennzaba al