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pagar un fuerte rescate y entregando la ciudad
de Dami e ta, y regresó
á
Europa.
Octava Cruzada-El
cll:lmor de los cris–
tianos oprimirlos por Jos turc·os en J erusal em ·
r eso naba en Europ_a; pero el enlusiasmo por las
expediciones
á
Ori ente h<.lbia cesado en los pu e–
blos, y los
reye~
aleccionados por la experien–
cia se limitaban
á
etn iar mensnges
á
los caudil–
los musulmanes int erc1diendo en favor de los
cristi anos oprimidos. Solo
~an
Luis reso lvi ó em–
prender una n11eva cruz adn y lo an11nció así al
Parlamenll) y al pu eb lo f1·ancf's que acudió al
ll a–
mnmiento de su Hey (1"270). Los cruzados se di–
rigieron
a
Tunes, cuyo mo11area babia manifrs–
tado
á
San
Lui s deseos de alJ razl-lr In religion
cristian~,
y se apod eraro n de Cartago. Prro bi en
pronto
el
ca udillo musulman, léjos de
convt~r
tirse, flamÓ
a
SllS
súbditos
á
la guel'fil santa
y
los
crisliano ~
se viernn hos1ilizados de lodos modos.
Bien pronlo líl fall a de ag ua , la di se nteri::i y la
peste d iezma n el ej ér cito ,
y
el mismo r ey <:ae
enfe rmo y muere dando
á
!:> US
sulctados sublimes
ejc·mplos de resígnacion cristiana. Sin embargo
d1 ~
tan tas desgrncias, algunos triunfos obtenidos
por Jo s cruz;1Jo!' obligaro1i al rey de Tunes
á
ofrecer la paz qu e
fu é aceplflda, obligandose
á
pC1gar
á
los franceses los gas tos de la expedi-
ion.
·
Pronto cayeron en pod er dr los musulmanes
las poe;as ciu<fad es qu e ocupaban los cristianos
en Palestina;
y
aunque algunos levantaron la voz
en Europa promovi endo nu evas expe<liciones.
Jo.s pu eblos
y
los r eyes permanecieron indiferen–
tes, Lerminando así Jas .cruzíldas.