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Federico se valia de los mas frívolos pretextos
para reterdar la expeúicion lo excolmugó. En–
tónces el emperador partió, sin hacerse absol–
ver por el Ponlifice, y llegado
á
Oriente celebró
con Mi'lleck-Adel, sultan del Cairo, un tratado
por el cual este le cedía la Oiudad Santa con la
condicion lle que se dej_ara en ella una mesqui–
ta. Este tratado escandéllizó
á
la cristiandad, y
aun4ue Federico entró como soberano en Jeru–
s:ü~m
no encon1ró quien lo coronase, por lo que
se volvió ó Eur·opa. Mientras tanto, abandonados
á
sus JéLile:; esfuerzos los cristianos de Oriente
no pudieron resistir los ataques de los turcos.
y
en
1 '24-J.
perdieron
á
Jerusalem para no recu–
perarla mas.
Sépthna Cruzada-Habiendo caido casi
toda la Palestina en podt' r de los musulmanes,
el Papa lnocencio IV predicó una cruzada; pero
el mal éxito lle las anteriores habia enfriarlo los
ánimos en Europa. Solo San Luis rey de Fran–
cia que habia sanado de una peligrosa enferme–
dad , hizo voto de cruzarse, y
á
pesar de la opo–
sicion Je su madre Doña Blanca de Castilla,
tomó la cruz
(1"248).
La expedicion salió de
Aguas Muertas, y se dirigió
á
Egipto; Damieta
fué tomada y Alt'jandria sitiada; pero bien ·pron–
to diezm<:Ídos por la peste los cruzados se vie–
ron obligados
á
abandonar el silio y empredie–
ron una desastrosa retirada. Atacados constan–
temente por los turcos fueron derrotados en la
batalla de Mozora, en la que el ejército fué des–
trozado
y
el sanlo rey hecho prisionero. Algun
tiempo despues obtuvo su libertad temendo que