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moderó el rigor de las excomunioñes
y
repri–
mió otros muchos abusos;
y
aunque encon–
tró una viva resistencia, gracias á su firmeza, lo–
gró vencer é intimidó á sus enemigos. Pensó en
seguida quitar á los príncipes el
derecho de in–
vestidura.,
por el que disponian de las dignida–
des ecle5iásticas;
y
prohibió
á
los legos dar la
in–
vestidura
y
á
los clérigos recibirla de ellos bajo
pena de excomunion. Varios reyes se sometie–
ron
á
esta disposicion; pero se negó
á
h<1cerlo
Enrique IV emperador de Alemania, monarca
libertino, gran guerrero
y
de talento, que tira–
nizaba
á
sus pueblos y atacaba los derechos de
la Iglesia. Para reducirlo, Gregorio lo citó
á
Ro–
ma ante un Concilio; mas no habiendo concur–
rido Enrique, el Papa le excomulgó
y
levantó
á
sus súbditos el juramento de fidelidad. Produjo
efecto la excomunion en Alemania,
y
no pudien–
do Enrique sujetar á los pueblos sublevados, se
sometió á la voluntad del Pontífice. Vestido de
penitente se presentó en Canosa, en donde es–
taba el Papa,
y
despues de haber estado tres dias
á
la intemperie
fué
recibido por Gregorio que le
dió la absolucion. Pero no qurriendo aceptar las
condiciones impuestes por el Papa se puso al
lado de sus enemigos
y
comenzó la guerra que
se llamó de las Investiduras
y
que duró treinta
años.
Depuesto Enrique como contumaz, eligieron
los alemanes
á
Rodolfo duque de Suabia que fué
reconocido por el Papa. Enrique por su parte
reunió un Concilio, hizo deponer á Gregorio
y
nombrar en su lugar á Gilberto, arzobispo de