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. época triste para la Iglesia. Desde que las pasio–
nes mundanas, las intrigas
y
los intereses de
partido ejercion su influencia en la eleccion de
,los pon ti fices, se '1ió la silla de San Pedro ocu–
pada por Papas indignos que la deshonraron.
A
esta época luctuosa pertonece Ja fábula de Juan
de Inglaterra, llamado la Papisa Junna
(855 ~
,
el
escandaloso juicio que Estevan
VII
siguió al
cadáver de Formoso, cuzas cenizas fueron arro–
jados al Tiber
(8~6),
la venganzas de los parti–
darios de Formoso que dieron garrote á Este–
van
Vil (897)
las intrigas de
la cortesana Ma–
rosia que elevó al pontificado á sus amantes
y
á sus hijos, la influencia de Alberico
y
de Cre–
cencio que hacían Papas á su voluntad, lle–
gandó
á
tal extremo el desórdén que Juan
XII
·se hizo Papa
á
la edad de
18
años
(956)
y
man–
chó la cátedra de San Pedro con los mas ver–
gonzosos excesos, el cadáver de Bonifacio
VII
permaneció insepulto tres dins en las calles de
Roma
(974),
y
mas tarde hubo á la vez dos
y
tres Papas que se disputaban la autoridad. Es–
tos desórdenes indignos del carácter
y
de las
virtudes que deben resplandecer en el gefe de
la Iglesia, escandalizaron á la cristiandad,
y
fueron una de las primeras causas de la dcca–
dencin del poder espiritual, que no se consumó
en esta -época, graci&s á los esfuerzos que pon–
tífices eminentes hicieron para contener el de–
sórdcn proclamando la necesidad de una re–
forma.