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que los Pontífices se creyeron con derecho para
intervenir en los negocios temporales y los obis–
pos se hicieron señores feudales, olvidanuo que
su refno no es de este mundo, los reyes y seño–
res de la tierra quisieron tambien mezclarse en
los asuntos eclesiásticos; y esta ingerencia causó
en la Iglesia los mas funestos resultados. Se vi ó–
á los obispos y demas pastores comprar las dig–
nidades eclesi ásticas y recibirlas de los legos
con la mas escandalosa simonía, el concubinate>
generalizado en el clero manchó con descaro la
pureza del Sacerdote cristiano, Ja libertad del
gefe de la Iglesia se vió encadenada á las pasio–
nes
é
intereses de los poderosos que influían en
las elecciones;
y
dominando por todas partes el
desórdcn
y
la relajacion de costumbres se hiz<>
sentir la necesidad de una reforma que morali–
zase al clero
y
restableciese en la Iglesia s_u an–
tiguo esplendor
y
prestigio. Para llevar á cabo
esta grande obra era necesario un grande hom–
bre; tal fué lldebrando, monje del monaslerio
de Cluny, hijo de un carpintero, natural de Sao–
na en Toscana y nacido en 1013. Su vasta eru–
dicion, sus costumbres irreprensibles, la recti–
tud de su carácter
y
su inflexible energía le hi–
cieron sobresalir entre sus contemporáneos,
y
despues de haber ejercido grande influencia du- .
rante los pontificados de Leon IX
y
Alejandro 11
fué elegido Papa
y
tomó el nombre de Gregorio
VII con que se hizo célebre (1073). Resuelto
á
combatir los abusos empezó su obra : castigó.
á
los obispos semoniacos ; atacó la inmorali–
dad, obligando al · clero
á
vivir en el ce libato ;.