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118 -

Pero un partido formado de rigoristas

y

fanáti–

cos re!.!hazó

Psl::i

eleccion, acusando al obispo·

Félix de

traditor;

y so steniendo que Jos Sacra–

mentos administrados por Jos he1·ejes eran nulo;.

desconoció á Ccciliano

y

eligió en su

lugar ·

á

Mayoriano. Examinada Ja cueslion, por órden

de Constantino, en Carlago, Homa y en un nu–

mureso Concilio que se reunió en Arles fué

condenado el partido de Mayoriano, que exal–

tado ya y no queriendo sornelersc

á

la resolu–

cion del Concilio apeló

á

la autoridad del em–

perador. A la muerte de Mayoriano sus partida–

rios eligieron

á

Dona lo, á quien llamaron el

grande

y

que dió el nombre á Ja _secta

(314)..

Aunque Constantino habia admitido con dis–

gusto Ja apelacion, mandó que la cuestion se

volviese á cxami!iar en Milan;

y

habiendo sido

nuevamente condenados los donatistas, se pro–

mulgó conlra ellos severas penas que no pro–

dujeron otro resultado que exilar los ánimos

y

aumentar los desórdenes. Perseguidos Jos do–

natistas y desterrados sus principales gefes,

atacaron á Jos católicos

y

cometieron lns mayo–

res crueldades, principalmente en las iglesias

de Numidia

y

Maurilania, hasta que tratados

con alguna benignidad volvieron muchos al

seno de la Iglesia. El gran San Agustin

fué

el

que mas contribuyó con sus elocuentes discur–

sos y sábios escritos para la conclusiou del cis–

ma. Finalmente un Concilio reunido en Car–

tago, al que fueron ad mi ti dos algunos obispos

don::itistas, condenó el error y restableció la

1:1nidad de lu Iglesia;

y

aunque algunos obstina-