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712

VIDA DE CRISTO

lleva

á

la perdicion es espacioso,

y

ancha la puerta;

y

este es el camino que siguen los mas. Al contrario, -el ca–

mino qtte. lleva

á

la vida es estrecq_o, y apenas me atre–

vo

á

deCiros lo corto que será el número de los

tj'lle to~

marán esta ruta (

Matth.

7. ). ¡Qué angosta es , la

puer.ta

,

y

qué estrecho

el

camino que lleva

á

la vida!

¡y qué

pocas geutes hallan la entrada! Bastante ·doy

á

enten–

der que hablo de la ley

evangélica~

cuya moral

y

cuyas

máximas he queriqo explicar0s sucintamente,

y

como en

compendio. Por mas que .asegure que mi yBgo · es suave,

y

·mi carga ligera, mis má.xhnas n© serán ·del gusto· de

los mundanos,

y

no faltarán personas que encontrarán

mi moral demasiado austera;. no obstante, no hay otro

camino que éste que lleve al cielo; toda otra senda mas

acomodada, mas ancha extravía; y.este es el motivo •por

qué es. tan corto el número de los esc_5gidos'.de

Dios. · so~

bre lo cual habiéndole dicho uno: Séñor,

i

con que ' son

tan pocos los que se

salvan~

El Salvador se excusó de

responder, al parecer por no aterrarles, y se contentó

con decirle: Esforzáos _para entrar por la puerta angos·

ta; porque os digo , que muchos buscarán cómo entrar,

y

no .podrán por haberse extraviado

d~masiado.

El otro pelig ro que debeis evitar,

y

contra el cual

debe

is

estar alerta, son los falsos profetas; guardáos de

estos hipócritas, de estos lobos voraces revestidos de pie–

les de oveja, que baxo un exterior modesto y compuesto,

que no respira sino sencillez y mansedumbre, armarán

lazos á. \fiuestra sencillez y á vuestra inocencia: únos, li–

s0nj_,ean?<?

.l<l:

·<?oncu pisce1?-cia

y

el amor propio, se esfor–

zaran a JUStificar el camino ancho con el ekemplo de la

muchedumbre, .

y

con falsos raciocinios pa a haceros en–

trar en él: ótros, haciendo ostentacion de un- falso zelo,

y

deslumbránd

oos con u

n exte rior

~ngañoso

y

mortifi–

cado, querrán

estrecn.ar

todavía mas el camino estre–

cho~

y

hacer

la salvaci

on mas difícil de lo que es,

y

con esto acobardar

y

asustar á muchas gentes, ligan–

do cargas pesadas

y

que no

se

pueden llevar ,

y

po–

niéndolas sobre las espaldas de los ótros,

y

á

las que

estos hipócritas ni quieren ni aun arrimar el dedo. Sin em–

bargo , por mas disfrazados que estén, los conoceréis

fá–

cilmente

por sus obras: un árbol malo no es capaz de