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SENOR NUESTRO.
esperar de
él.
Ninguno puede servir
á
dos amos: acor–
dáos que no teneis otro soberano Señor que á Dios ; ser–
vidle con confianza,, y estad seguros que el que alimen–
ta
á
las a-ves del cielo'
r
hace crecer los lirios . ©azuce–
nas del campo, no .se olvidará de vosotros en vuestras
necesidades. Buscad ante todas cosas el reyno de Dios
y su justicia,
y
todo ló demas se os dará como por aña-
didura.
.
'Disculpad
á
vuestros hermanos, y :usad con éllos de
indulgencia si quereis que se use de la misma con vosotros.
¡Cosa extraña! No vemos una viga, , por decirlo así, en
el ojo propio, y vemos una paja en el ojo de nuestro her·
mano: examinamos escrupulosamente las menores imper–
fecciones del próximo, exageramos hasta sus menores de–
fectos , vemos hasta los menores átomos, tenemos 1un zelo
arJiente,
y
á veces tambien inquieto, gritamos eterna–
mente que necesita de reforma, y pasamos tranquilamen–
to por sobre nuestros mas groseros defectos. Hipócrita,
quita primero la viga de tu ojo? y des pues pensarás en
quitar la paja del ojo de tu hermano: si teneis zelo,
e1n–
pezad siempre la reforma por vosotros mismos.
·
No te olvides jamás que con la misma medida que mi–
dieres
á
los ótros, se te medirá
á
tí: haz, pues, con los ótros
todo lo que quieres que los ótros hagan contigo. Cuidado
con no ·desconfiar jamás de la bondad de tu Padre celes–
tial: vete sin cesar
á
él con confianza; no temas que tu
importunidad le enfade: al contrario, las mas veces difiere
otorgar lo que se le pide solo por el gusto que tiene de
ser importunado. Pedid , y se os dará : buscad ,
y
halla..
réis: llamad á la puerta, y se os abrirá. Si no se os con–
cede siempre lo que pedís, es porque las mas veces pe–
dís lo que ha de seros nocivo : u:i buen padre jamás le
dará una piedra á un hijo pequeñuelo que le pide pan.
No ignoro, añadió el
Salvador~
que hallaréis muchas
dificultades en la práctica de estas máximas tan saluda–
bles; quiero advertíroslo de ante mano, y daros al mis–
mo tiempo los medios de superarlas. La primera dificultad
que hallaréis es el
e~mplo
del mayor número de los.que
se dicen mis discípurbs: se dirán mis discípulos,
y
nada
ménos seguirán que mis máximas y mis leyes.
El
gran
número no sea jamás vuestra regla; porque el camino que
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