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VIDA DE CRISTO

Verbo, hubiese podido hacer nuevos progresos ,

crecer

en

gracia

y

en mérito delante de Dios , como lo hacia

á

los ojos de los hombres , acomodándose

á

su genio

y

capa-

cida

d.

·

~

Pasma el que no habiendo venido el Hijo

de

Dios al

mundo sino para glorificar á su Padre, trabajando en la

salvacion de los hombres, pasase la mayor parte de su vi–

da en la obscuridad.

i

No hubiera podido en todo aquel

tiempo correr el universo, instruir

á

los hombres con su

doctrina, edificarlos con sus exemplos, convencerlos con

sus milagros,

y

traer los por todos estos caminos al cono–

cimiento del verdadero

Dios~

i

El

taller de

un

artesano era

una habitacion digna del Salvador de los

hombres~

i

una

vida escondida

y

desconocida debia ser la vida del Me–

sías~

¿un retiro tan largo era conveniente

á

un Hombre–

Dios? Es menester que así fuese; pues e.l que era la

~abi­

du ría por esencia , el que no hace nada que no sea con una

prudencia consumada , lo juzgó así.

·

i

Quien tenia mas en el corazon, quién deseaba promo–

ver mas la g1oria de su Padre que el Hijo de

'Dios~

i

quien

conocía mejor que él los medios que eran mas á propósi–

to pa ra

procurarla ~

i

Por ventura la salvacion de los hoqi–

b res no era el fin de su encarnacion

~

i

lgnoraba acaso que

la conversion del universo debia ser su obra? Luego era

preciso que una vida pobre, humilde Y·.obscura hasta la

edad de treinta años, glorificase mas,

y

fuese mas grata

á

Dios, que las mas estupendas maravillas : luego la obra

de nues tra salvacion ·pedia este silencio, este retiro,, esta

obscur idad de vida por todo aquel tiempo. ¡O,

y

cómo es–

ta verdad confunde visiblemente nuestra falsa prudencia!

i

Quien de nosotros no hubiera pensado lo contrari9? Sin

embargo, Dios piensa

y

obra de distinto modo; ¡pero

qué de misteiros

y

qué de -lecciones en esta vida escondi–

da de Jesus

!

El Padre Eterno quiere ser glorifi ca do con la

vida obscura de su hijo ;

y

el Hijo de Dios prefiere esta

obscuridad de vida á todas las maravillas de una vida

bri–

llante

á

1os ojos del mundo. ¡O,

y

cómo es to nos enseña

claramente que la perfeccion

y

el mérito no con ist en en

hacer ·ni en padece r gra des cosas por Dios, sino en no

quere r ni hacer sino lo qu e le place

á

Di os!

A la verdad, Jesucristo ¡en el taller de Nazaret glo-