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St:ÑOR
NUESTRO.
á
los niños primogénitos: el primero ordenaba que las mu–
geres permaneciesen cuarenta dias despues del parto sin
entrar en el templo si habían parido niño,
y
ochenta si
habían parido hija : que pasados e tos dias, fuese la 1na–
dre al templo
á
ofrecer
un co dc10
y
una
tórtola
ó
un
pi–
chon, para dar gracias á Dios por su dichoso parto;
y
por
esta 9blígacion qu edaba
la
madre libre de toda impureza
legal;
y
si era pobre, debia ofrecerle una tórtola,
ó
un pi–
chon en lugar del cordero;
y
habiéndolo ofrecido el sa–
cerdote delante del ...,eñor, quedaba purificada.
El
segundo precepto miraba al hijo primogénito, el que
los padres estaban obligados
á
ofrecer
y
consagrar al Se–
ñor,
ó
á re
catarle
con dinero, si no era de
la
tribu de
Leví, que era la única que estaba destinada al servicio
del altar
y
del templo. Todo va ron que naciere el
primero~
será tenido por cosa consagrada al Señor, dice
la
ley.
Ha–
bía impuesto
Dios
este precepto á los israelitas despues
que hizo morir
á
los primogénitos de Egipto, para obli–
gará Faraon á poner en libertad al pueblo judáico;
y
pa–
ra que jamás olvidasen un tan insigne beneticio los
Judíos~
les impuso este precepto; y por cuanto todo lo que esta·
ba consagrado al Señor debía serle inmolado , se conten–
taba_Dios con que se le ofreciesen en sacrificio los pri–
mogénitos de los animales, dexando que se rescatasen por
dinero los niños que no estaban destinados al servicio del_
templo.
Es cierto que la ley de la purificacion no comprendia
á
la santí irna Vírgen, pues era madre que había parido
sin
dexar de ser vírgen; sin embargo, por mas humillan–
te que fuese esta ley para
la
mas pura de las
vírgenes~
quiso sujetarse
á
élla, así corno su hijo, que era la mis–
ma
inocencia, se babia sujetado libremente á
la humillan-
te ley de
la circuncision.
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