![Show Menu](styles/mobile-menu.png)
![Page Background](./../common/page-substrates/page0041.jpg)
~
SENOR NUESTRO.
templo., le reveló que el niño que veía en los
br~zos
de
aquella jovencita muger era el Salvador. Entonces el santo
VieJo,ar:rebatadode un transpone de gozo y de amo r, acom–
pañado de un sentimiento del mas vivo reconocimiento.,
tornando al niño en sus brazos,
y
levantando los ojos al
cielo, exclamó: Ahora., Señor, no teneis ya que hacer otra
cosa con vuestro siervo que disponer de su vida; moriré en
paz, segun la
prome~a
que me habeis hecho. No tengo
ya
que desear., ni mis ojos no tienen
ya
nada que ver sobre
la tie1 ra despues que han visto al Salvador del univer–
~o.
Vos le habeis destinado para que esté expuesto á la
vista de todos_ los pueblos" como el objeto de su respeto
y
de su amor: él ha de ser la luz de las naciones,
y
la
gloria de vuestro pueblo Israel. José
y
María estaban n
una profunda admiracion viendo lo que pasaba, cuando
encarándose á éllos el santo Viejo, les dió la enhorabuena
por la dicha de tener por hijo al Salvador del mundo:
los ·bendixo,
y
á
María su madre la dixo , que aunque
aquel · divino niño no babia venido al mundo sino
á
salvar
á
todos los hombres , con todo, muchos no se aprovecha–
rían,
por su culpa., del beneficio de la redencion, los cua–
les en lugar de hallar en él un Salvador misericordioso.,
no hé;!llarian sino un juez severo, que lejos de ser recibi–
do con respeto por los que le habian deseado con tanta im–
paciencia, sería el objeto de su ódio mortal: que sería
maltratado, perseguido
y
hecho el blanco de la contradic–
cion;
y
tú misma, por mas que seas la µias dichosa de to–
das las madres , serás tambien la mas afligida: t nd rás
parte
y
no poca· en sus dolores : los ultrages que harán
á
tu querido hijo, serán para ti como otras tantas puñaladas
que te traspasarán el corazon: tú le
ofrec~s
en este dia
á
Dios, como una víctima que debia inmolarse un dia por
la salvacion del mundo : te cabrá
á
ti
una gran parte en
aquel puro sacrificio; y todo lo que tu hijo padecerá en
su cuerpo, lo padecerás tú en tu corazon.
Sobrevino al mismo tiempo al templo una santa ·viu–
da, llamada Ana, dé edad de ochenta y cuatro anos, que_
estaba dotada del don de profecía.,
y
que lo mas del
tiempo estaba en el templo pasando los días
y
las· no...
ches en ayunos
y
en oracion, derramando su corazon
delante del Señor. Viendo al niño Jesus, conoció
quién