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VIDA DE CRISTO
vuelto en pañales,
y
recostado muy pobremente en un
pesebre por falta de cuna ; estas son las señales que os
doy para que le conozcais ; ·no podeis equivocaros: los
sentimientos
y
afectos interiores que os inspirará su pre–
sencia, bien presto os harán sentir que el niño
á
quien
vais
á
tributar vuestros bomepages es vuestro Salyador
y
vuestro Dios.
Apénas el ángel cesó de hablar; cuando una tropa nu–
merosa de espíritus celestiales empezó á cantar las ala–
banzas de Dios; y á decir en alta voz: Gloria
á
Dios
en lo mas alto de los cielos ,.
y
paz en la tierra á los
hombres que tienen un corazon recto , y una voluntad
sincera de agradarle. Acabado de decir1esto, desapareció
la luz celestial
y
el ca.acierto de aquellas voces tan so–
noras. Transportados entonces del mas dulce gozo que se
puede sentir sobre la tierra, aquellos afortunados pasto–
res se dixéron únos á ótros : Vamos , vamos hasta Be–
len, y veamos el prodigio que Dios acaba de hacer ,
y
que se ha dignado manifestarnos. Corren
á
Belen,
y
ha–
biendo entrado en el establo, encuentran en él
á
María
y
á
José .con el divino Niño que estaba reclinado en un pe–
sebre. Viendo entonces con sus propios ojos todo lo que
el ángel les había dicho, se desatan en bendiciones
y
en
alabanzas de Dios. Desde luego el divino Infante se atrae
á
sí todas sus miradas: póstranse á sus pies, le adoran como
.á
su Dios, su Libertador, su Salvador; en una palabra, le
adoran como al Mesías, y explican sus sentimientos con
las lágrimas de gozo que derraman sus ojos. Vueltos, des–
pues de esto, de su admi racion , cuentan de un nodo sen–
cillo
y
natural todo lo que les había sucedido ; siendo,
por decirlo así, los primeros predicadores del Mesías. Ma–
ría quiso saber hasta las menores circunstancias de esta
aparicion: inform6se , pu·es , de todo, y des pues que se
hubiéron retirado los pastores , no ocupó su espíritu
y
su
corazon sino en pensar
y
ponderar estas maravillas.
Mandaba la ley de Moyses, que los hijos varones se
circuncidasen al octavo día despues de su nacimiento, se–
gun el órden que Dios intimó á Abrahan sobre este par–
ticular ; y en esta ceremonia legal se les ponia á los ni–
ños -un
nombre. Llegado , pues, este
~lía
octavo, aunque
el Hijo de Dios
es~aba
verdaderamente dispensad9 de esta