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DESPUES DE PENTECOSTES.
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Salvador hace la pintura del pecador en los desbarros.
del hijo pródigo, tambien hace el suyo en el de1 padre
1
de
este hijo disoluto , que le recibe con un gozo , con una.
ansia, y un regocijo tal, que llega
á
causar zelos
á
su her–
mano. Finalmente , el misterio de la encarnacion del
Verbo, el del nacimiento del Salvador, su vida mortal
y
su muerte, son otras tantas pruebas bien fuertes del amor
que Dios tiene á los hombreS;,
y
del ardiente deseo de
la salvacion de los pecadores; pero las dos parábolas que
hace en este evangelio muestran todavía mas claramente
los rasgos de su ternura
y
misericordia para con los pe–
cadores. Compárase aqui
á
un padre de familias que te–
niendo cien ovejas las guarda con cu
idado ,
y
la~
quiere
á
todas con ternura: provee .á todas s.us necesidades, vela
continuamente sobre su querido rebaño, y n_ada olvida pa–
ra impedir que se descarríen. Las lleva él mismo á pa–
cer á los mejores pastos,
y
tiene gran cuidado que el lobo
no se acerque al rebaño. Pero en fin, sin embargo de to–
da su vigilancia y de todos sus cuidados se descarria úna:
¡Buen Dios, qué
inquietud en este caritativo pastor!
;Qué no hace, qué no emprende, qué fatigas no se toma
para hallar la oveja perdida, y vol verla al rebaño! Se <li–
ria que la conservacion de las noventa y nueve que que–
dan en el redil no le hace tanto gozo como la pérdida de
una sola lo entristece
y
ape_sadu,mbra. Dexa todas las <le–
mas por ir tras ésta, sol a : hállala en fin.
¡
Buen Dios,
qué gozo, qué alegría! Léjos de enfadarse y echarla de–
lante para que vaya
á
juntarse con las ótras, la carga
él mismo sobre sus hombros para ahorrar la fatiga del
camino. Cargado con este dulce peso, entra como en triun–
fo
en el redil; y no contento con no 4aberla perdido, quie–
re que todos sus amigos se alegren
y
regocijen con él.
Esta es la pintura que hace de sí este amable Salvador:
mira si hallas un motivo, una expresion, unos rasgos, una
figm•a mas propia para inspirarnos una dulce confianza.
Pero al mismo tiempo, iqué agradecimiento y qué de–
seo de convertirse no debe inspirar todo esto al . peca–
dor~
Una madre de familias pierde una moneda, y está
inconsolable. ¡Qué vueltas
y
rev uel ras no da para ver si
la encuentra! Enciende una luz, la busca, la vuelve
á
buscar , vuelve de arriba abaxo todos los muebles de la
Torn. V.
B