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DOMINGO ONCE
estado, no se le puede dar el título de siervo prudente
y
fiel. Recorre todas las condiciones, no hallarás un santo
que no haya caminado por esta vereda; toda otra senda
es un extravío.
j
Qué consuelo hallar en mi corrdicion, en
mi estado, en mi edad tanta abundancia de gracias, tanta
multitud de socorros, de medios, de exemplos! ¡Pero que
pesar buen Dios! ¡qué desesperacion, no haberlos adver–
tido,
ó·
no haberme querido servir de éllos
!
Me avergüenzo, Señor, me confundo,
y
conozco lo
mal que he hecho en haberme forjado una imaginaria
im..–
posibilidad de llegar á una virtud eminente, si no salia de
mi estado. En mis obligaciones
y
quehaceres ordinarios
encuentro con que hacerme santo con la ayuda de vues–
tra gracia; haced que de hoy en mas sepa aprovecharme
de todo para hacerme santo.
J
A C U L A T O R I A S.
Qu~
pfat;ita sunt ei
,facio
semper.
Joann.
8.
Dios mio, estoy seguro que haré siempre. lo que os place
si cumplo fielmente con todas las obligaciones de mi
estado.
Quam bonus Israel Deus his, qui recto sunt carde.
Salm.
72.
¡Qué
~ueno
es el Dios de Israel para los que le sirven con
un corazon recto!
P R O P O S I TO S.
1
Es una estratagema muy comun del enemigo de
nuestra salvacíon el hacer que se mire la santidad como
un fruto de los paises extrangeros,
y
que no crece sino en
la cima de los mas altos montes. Con estas falsas preocu–
paciones nos parece que la santidad es una cosa mu y fuera
de nuestro estado, de nuestra edad, de nues tra condicion:
nuestra i.maginacion no nos la pinta jamás sino muy
á
lo lejos,
y
con colores poco comunes.
i
Se está en el
mundo
?
No se considera la santidad , sino como refu–
giada en el claustro baxo las maceraciones y austeri–
dades del estado religioso. ¿Se tiene la dicha de haber
abrazado
la
vida religiosa? Se desmaya en el camino
de la perfeccion; porque no nos representamos la san-