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,

VIERNES SEGUNDO

No

hay

que hacer; mientras hubiere virtud, habrá en–

vidia: élla no se reconciliará jamás con las gentes de bien;

pero las gentes de bien deben temer mucho á una pasion

tan desprecia_ble, tan injusta; sobre todo, sabiendo que

no respetó ni perdonó al Salvador del mudo.

Scie~at

enim quod

per

irzvidiam tradidissent eum

(

Matth.

27. ).

La virtud es su enemigo irreconciliable,

y

la virtud es así–

mismo su escollo. La hincb.azon de un corazon dañado es

siempre quien subministra.'la materia de que se forma el ve·

fleno con que procura emponzóñar las mejores acciones.

Jamás

se

vió envidia sin orgullo; pero un orgullo vil., ma–

ligno

y

enemigo,

y

que no tanto tira

á

elevarse, cuanto

á

tiznar, á desacreditar

y

rebaxar el mérito. Alabará al–

guno en presencia de

lUl

envidioso es inflamar su bilis,

j

qué

rodeos tan malignos, qué estudio-en las expresioqes para no

hacer ver

virtud de los ótros sino ·entre sombras! ¡qué

artificios para rebaxar el merito!

Su

indignadon, su ve–

neno pasa hasta sobre aquéllos que piensan mas razonable-.

mente, ó á lo menos mas caritativamente que él. Nunca

mira con buenos ojos al que brilla ó .sobresale. La .'dema–

siada luz ofend.e ·su vista. Por mas que ·se obre con Jos

fi–

nes mas rectos, ·por los. motivo-s mas santos, ·el envidioso

va á ojear en el torazo·n,

y

pretende hallar siempre .llnen–

ciones defectuosas: no puede persuadirse que los ótros sean

mejores que éL No creas que la amistad mas natural

y

mas

bien fundada s<::a un escu_do conlra sus tiros. ¡Qué estra–

gos no hace en las mas religiosas comunidades, en las

fa–

milias flJas bien regladas! Su veneno se derrama hácia to–

das partes. ¡Con qué horror no se·debe mirar una pasion

tan opuesta al espíritu de la religion

y

á

la tranquilidad

de la vida civil!

_

El evangélio

er

del cap.

z

r.

de

san

Mateo.

In illo

tempore

dixit

Jesu.r

turbi.r judeeorum, et .principibur

sacerdotum

parabolam

hanc;

Horno erar

paterfamilia1,

qui

p!antavit vineam, et

sepem cir–

cumdedit ei,

et

fodit

in

ea tor–

cular

,

et

cedificavit·

tunim,

et

locavit eam agricolis

1

et pere-

En

aquel

tiempo dixo Jesus á

las turba!¡ de los judíos,

y

á

los

príncipes de los sacerdotes esta pa–

rábola: Rabia un hombre, padre

de familia, que plantó una viña,

y

la rodeó con un vallado; hizo

en

élla lagares, y edificó una torre, y

la arrendó

á

unos labradores

,

y

se