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10

DOMINGO SEGUNDO

de. Et aceeuit Je

sur, et teti...

git

eer; dixitque eir

:

Surgite,

et nolite timere. Levantes au–

tem oculor .ruor, ne;ninem

-pi~.

.d.erunt

,

niri rp/umrJ.erum.

Et

d~rcenderitib'ur

·

iltir

<Je monte,

,

prcecepi't

eir

Jerui, atcenr:

Ne–

mini dixeri1ir visionem

,

do–

nec Filius hominir d mortui.r

1

gó ,

y

los tocó ,

y

les dixo : Levan-

táos ,

y

no temais. Y alzando sus

ojos, no vi eron

á

nadie, sino _á so–

lo

Jesus. Baxando del monte , les

impuso Jesus precepto, diciendó: No

digais

á

nadie lo que habe is visto,

hasta que el Hijo del hombre resu–

cite de entre los muertos. ·

resurg at.

M E D i'T A C 1 O N. .

·Sobre el

misterio

de la transfiguracion.

P U N T O P R I M E RO.

Consider; como el designio

princi~al ·del S~tv~d-or,

mos–

trándose á sus apóstoles rodeado de gloria y todo resplan–

deciente, fue hacerles ver un rayo de aquella gloria que

tenia escondida baxo el velo de su cuerpo mortal, y de

aquella que teµia aparejada en su reyno para los que ha–

bian de consagrarse á su servicio. Queria asímismo animar.

los

á

llevar la cruz·,

y'

enseñarles, que algunas 'veces \la

Dios

á

gustar

á

los santos desde este mund'o, aunqué de

paso, las dulzuras

y

gozos del otro. De donde se infiere,

que la vida de los que siguen

á

Cristo es á la verdad una

cruz; mas una cruz que hace agradable.

l~s

consuelos ce–

lestiales

y

las ·dulzuras del espíritu, conforme lo que dice

el Señor, quien nos asegura, que su yugo es suave, y su

carga ligera. Despues de 'esto,

i

tendrémos dificultad en

empeñarnos en 'el servicio de un amo tah liberal, sabiendo

que un dia hemos de gozar de él' en su gloria, y que tal

vez nos dará desde anora

á

gustar con anticipacion la fe–

i icidad que nos prepara en el

cielo~

Considerémos el modo como el Salvador se transfiguró.

Se obró este prodigio, permitiendo que la

glori~

de su

alma, la que babia tenido hasta entonces oculta, resaltara

y

se derramara sobre su cuerpo. Apenas bu

ho

parecido esta

gloria, cuando se manifestó todo él tan resplandeciente co–

mo el sol. El evangelista hubiera dicho mas resplandecien–

te que el sol, si hubiera en el mundo alguna cosa mas lu–

minosa con que poder compararlo. Demos mil gracias

á

es-