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DOMINGO SEGUNDO

,,

hacerlo;

pero especialmente los exhorta

á

vivir castamen

~te,

y

á evitar

toua suerte de inmundicias

é

impurezas.

".

"··

;

,

R E F LE

X I

O N E S.

1

~,..

•'

!

.

La

voluntad

del

S~ñ'or

es que-seais santos.

Dios quiere

gue

séamos santos.

i

Y

quién tiene la culpa que no lo

seamos~

Es indispensablemente necesario que dos voluntades con–

curran

á

haé~rnq~

santos

1 •

La de

Dios,.

sin cuya gracia

ja–

más poJremos

salvar~10s;

y

1a

nuestra, sin la cual jamás po–

dre,mos

obr~~ ou~stra

salvacion. Todos.fueron

ce>pvi4~dps

á la cena del padre de familias; ninguno de lo que se

excusaron .se encontró en

élla. Di

os

á

nadie hace violencia:

no

da el p.irniso sino á los que.Jo quieren: solo quiere en su

servicio

~en.~es

que le sirvan por amor. Desde que crió Dios

las

crian1ras racionales las dexó-kibres, sobretodo en pun–

de salvacion. Habiéndolas dotadó de con0cimiento,

de

discernimiento,

y

de ul'la fuerte

é

inseparable inclinacion

á

ser dichosas, quiso que lo fueran: se content6, dice el

Sabio, con presentarlas el agua

y

el fuego, la vida

y

la

m~1en~~

..una bienaventuranza eterna

y .

una eternidad des–

ventura~a,

dexaqdo á su arbitrio la eleccion .

iY

había que

temer que se hallasen confusas

y

perplexas en lo que debían

el

gir? íque

ni

aun

la

habia de pasar por el pensamiento

el deliberar

uq

punto sobre esta eleccion? ique amándo–

no naturalmente tanto como nos amamos, nos pudiéra–

mos engañar

sob~e

este punto?

i

Podia Dios asegurar mas

bien

la

salvacion ererna de unas personas libres, que ha–

ciéndola

depen~er

de su eleccion? Hubiera ido arriesga–

do.,

10 confieso, 'hacer que nuestra salvacion dependiera

del

mejor de aue tros amigos, del mas afecto de nuestros

·parientes, de una niadre, de un padre el mas tierno: el te–

mor· hubiera estado bien fundado; porque, en fin, en

la

amistad mas bien cimentada ha

y

intervalos de frialdad, ha

y

sus al tos

y

baxos: no se puede contar sobre nada: no hay

un

punto fixo en que se pueda estribar, cuando

hay

que

contar con el capricho, con la voluntad, con el humor

" de

ótro.

iPero al mismo tiempo podía Dios hacer que nues–

tra salvacian fuera menos incierta, que haciendo

él

mismo

todos los gastos,

y

haciéndola depender de nuestra so] a vo–

luntad~

Sin

embargo, la

causa

de

malograrse el

importante