![Show Menu](styles/mobile-menu.png)
![Page Background](./../common/page-substrates/page0199.jpg)
DE CUARESMA.
la
pÍenitud de
l~s
dones
celest~~les
que
no~
tiene prepara -
dos. Esta muger, ql}e
recono~10
en su ves
tido y en su len–
guage que el SeñQr era judío, se mostró
admire.dade su
petidon. ¡Cómo, le respondió, tú que ere
s judío, mepides·
de beber? iNo sabes que no hay comunicacionalgunaentre
las dos
naciones~
No lo ignoro, replicó el Hijo de_Dios,
pero tú ignoras quién es el que te habla: si supieras quién
es
el que te piae agua de este pozo, quizá ya tú le hubie–
ras rogado que te diera otra agua vi va, de la que él mis–
mo es la fuente. Esta respuesta la sorprendió. Señor, re–
plicó élla,
i
qué quieres decir con
' esto~
i
cuál es es,a agua
viva que me prometes, y dónde está la· fuente? Esta de
aquí es excelente, y no
fa:
hay tan bu_ na en todo el con–
torno. -iPor ventura eres tú mas 'poderoso que puestro 'pa–
dre Jacob, de quien nosotros somos herederos? El fue quien
hizo cavar este pozo para sus hijos
y
para sus ganados:
sabemos cuánto estimaba esta agua.,
y
que no bebía de
ótras. Los samaritanos eran extrangeros á la .raza de Is–
rael., siendo un pueblo agregado
á
diversos ·
pais~s.,
que
Salmanasar trasplantó á la Samaria. Se lisonjeaba, no obs-
. tante, descender de
J
acob; pero los judíos los miraban co–
mo
á
geñtiles, que habían juntado las
superstic~ones
paganas con las ceremonias judías: Viendo Jesus que esta
muger estaba ya dispuesta á esc1:1charle., empezó con su
dulzura ordinaria
á
instruirla. El que bebiere de la qgua de
este pozo, respondió, solo apagará su sed por algun tiem–
po; pero los que bebieren del aguá que yo les daré, no
tendrán jamás sed , y esta agua se hará en éllos una fuen–
te de agua viva, que saltará hasta la vida eterna. De este
modo el Salvador , siempre admirable en la conversion de
lps pecadores, se acomoda al espíritu y aun
á
las ideas
groseras
y
mater_iales de esta muger. La espera cerca del
pozo, donde sabia muy bien q_ue iria á sacar agua: no
la pide de beber sino para trabar conversacion con élla:
toma ocasion de lo que élla, le dice para desenvolverle,,
poco
á
poco los mas grandes misterios,
y
la obliga in–
sensiblemente á que le pida se los explique, haciendo na–
cer en élla el deseo de aprenderlos.
Señor, respondió la Samaritana, confieso que el agua
de que me hablas, vale mas sin comparacion, que todas
las nuestras: dame, pues, de élla para que no tenga ne-