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VIERNES

TERc~·Ro

to importa ser

ob~dientes

á sus órdenes. ¡Cuán de temer

es que muchos despues de haber conducido á ótros por los

caminos del cielo, no entren en él, y sean excluidos pa–

ra siempre!

Hcec est aqua contra_dictfrmis:

esta es el agua

llamada de la contr,adiccion, donde los hijos de Israel se

·-amotinaron contra el Señor, y la que les fue concedida

para apaciguar su sedicion y sus murmuraciones:

Et

sanc–

tificatus est in eis.

Pero el Sefíor no dexó de sacar su glo–

ria, haciendo resplandecer su poder.

El evangelio contiene la historia de la conversion de la

Samaritana. Despues de haber celebcado Jesucristo ea

Jerusalen la primera Pascua despues de su predicacion,

viendo que los fariseos empezaban

á

tenerle envidia por

las maravillas que obraba, y por el gran número de discí–

pulos que hacia, dexó la Judea por algun tiempo, y tomó

el camino de Galilea. Como le era preciso pasar por la

provincia de Samaria, llegó á una de las ciudades del país,

llamada Sicar, antiguamente Siquen., como á dos leguas de

la ciudad de Samaria, muy

cercad~

la tierra queJacob ba–

bia dado en herencia á su hijo José. A unos doscientos pasos

de la ciudad estaba el célebre pozo de Jacob, que ser–

via de fuente á toda la ciudad: cerca de .este :pozo fue

donde el Salvador, fatigado del camino y del calor, se sen·

para descansar mientras venían sus discípulos, que ha–

bian ido á la ciudad á comprar que comer. Era cerca de

la

hora sexta del dia; esto es, al mediodía, cuando una

muger samaritana de nacimiento y de reli'gion, fue á sa–

car agua del pozo. La aversion que tenian los judíps

á.

los

samaritanos,

y

los samaritanos

á.'

los judíos era redpro–

ca: divididos en religion, no menos que en las costumbre ,

no podian sufrirse, ni tenian entre sí comercio alguno. Los

judíos bien podian comprar víveres

á

los samaritanos ; pe ro

no recibirlos gratuitamente, porque el don es una señal de

amistad que les estaba prohibida. El Salvador, que tenia

sus designios sobre élla, la dixo si

gus~aba

daifle de be–

ber. Jesucristo pidió á la Sama:ritana un poco de agua

para hacer en élla el deseo de una agua mucho mas exce-

lente, que él solo podia darla.

'

A

este .i:nodo el Señor nos suele pedir pocas cosa , para

tener motivo de colrnarños de sus mas grandes done · y

otorgándole esto poco, -nos· ponemos en estado de recibir