![Show Menu](styles/mobile-menu.png)
![Page Background](./../common/page-substrates/page0198.jpg)
188
VIERNES
TERc~·Ro
to importa ser
ob~dientes
á sus órdenes. ¡Cuán de temer
es que muchos despues de haber conducido á ótros por los
caminos del cielo, no entren en él, y sean excluidos pa–
ra siempre!
Hcec est aqua contra_dictfrmis:
esta es el agua
llamada de la contr,adiccion, donde los hijos de Israel se
·-amotinaron contra el Señor, y la que les fue concedida
para apaciguar su sedicion y sus murmuraciones:
Et
sanc–
tificatus est in eis.
Pero el Sefíor no dexó de sacar su glo–
ria, haciendo resplandecer su poder.
El evangelio contiene la historia de la conversion de la
Samaritana. Despues de haber celebcado Jesucristo ea
Jerusalen la primera Pascua despues de su predicacion,
viendo que los fariseos empezaban
á
tenerle envidia por
las maravillas que obraba, y por el gran número de discí–
pulos que hacia, dexó la Judea por algun tiempo, y tomó
el camino de Galilea. Como le era preciso pasar por la
provincia de Samaria, llegó á una de las ciudades del país,
llamada Sicar, antiguamente Siquen., como á dos leguas de
la ciudad de Samaria, muy
cercad~
la tierra queJacob ba–
bia dado en herencia á su hijo José. A unos doscientos pasos
de la ciudad estaba el célebre pozo de Jacob, que ser–
via de fuente á toda la ciudad: cerca de .este :pozo fue
donde el Salvador, fatigado del camino y del calor, se sen·
tó
para descansar mientras venían sus discípulos, que ha–
bian ido á la ciudad á comprar que comer. Era cerca de
la
hora sexta del dia; esto es, al mediodía, cuando una
muger samaritana de nacimiento y de reli'gion, fue á sa–
car agua del pozo. La aversion que tenian los judíps
á.
los
samaritanos,
y
los samaritanos
á.'
los judíos era redpro–
ca: divididos en religion, no menos que en las costumbre ,
no podian sufrirse, ni tenian entre sí comercio alguno. Los
judíos bien podian comprar víveres
á
los samaritanos ; pe ro
no recibirlos gratuitamente, porque el don es una señal de
amistad que les estaba prohibida. El Salvador, que tenia
sus designios sobre élla, la dixo si
gus~aba
daifle de be–
ber. Jesucristo pidió á la Sama:ritana un poco de agua
para hacer en élla el deseo de una agua mucho mas exce-
lente, que él solo podia darla.
'
A
este .i:nodo el Señor nos suele pedir pocas cosa , para
tener motivo de colrnarños de sus mas grandes done · y
otorgándole esto poco, -nos· ponemos en estado de recibir