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I
52
MIERCOLES SEGUNDO
en una cruz;
pero despues que Jesucristo quiso ser en–
clavado en élla, nos libró de la maldicion,
y
<lió
á
este
tronco una virtud maravillosa.
De este principio nacieron todos aquellos ardientes de–
seos de padecer que admiramos en los santos. De estema–
nantial nacen esos torrentes de delicias interiores, que
son sobre todo sentido,
y
que inundan á las almas pu–
rificadas con los trabajos
v
tribulaciones. ¡Ah, Dios mio,
y qué poco estimado es este secreto, y qué poco cono–
cido es este tesoro de los sabios del siglo! Pero á la ho–
ra de la muerte se conocerá: por todo el espacio de la
eternidad se sabrá cuán precioso era este tesoro, cuán es–
timable este secreto. Dadme una alma ilustrada con las
luces de la fe; dadme un corazon que ame á Dios,
de–
cia sap Agustjn ,
!Y
conocerá lo que digo, y penetrará
es~
ta
verclad,
y
_experimentará en sí mismo el fruto de esta
doctrina.,
Señor,
i
cuándo seré yo de este
número~
No me con–
tentaré co,n --asentir
á
estas verdades, con aplaudir estas
reflexjones,
con
no apreciar las adversidades sino en los
ó~ros,
Qµiero'
s~r, .
Señor, d,el n_úmero de vuestros di cí–
pulos.
i
Y
cómo
he.
de, ser vuestro discípulo,
i
no lle–
vo la cruz, si no ramo la cruz, si no estoy clavado en
la cruz toda mi
vida~
Dadme, Señor, este amor
á
la cruz,
y haced que me sea insípido
y
amargo todo otro gusto
füera del de la cruz. Dadme vuestro amor, y yo ama-,
ré.
]a
cruz. '
_
r
I
{
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l
J
ACULATORTAS PARA
ENTRE
EL
DIA.
Placeo mihi in infirmiMtibus mei.r, in contumeliis, in ne–
cessitatibus, in persecutionibus,
i11
angustis pro Ch1·is-
,
to.
2.
Cor.
1
2.
-
Me complazco, Salvador
mio,
en
mis
énfermedades, en
las
ad
versidade ., en las necesid-ades, en las persecucio–
nes , y en los di gusto extremos que sufro por vos.
pone me juxta te, et cujusvis rnanus pugnet contra me.
: Job
r7.
Como
yo
esté, D ios mio, junto á vos, baxo vuestra pró·
teccion, ma
que
se
arme
contra
mí
la
mano
que quie–
~ra,
· nada temeré.