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~92

JUEVES

CUARTO

báculo sobre

Jáboea,

como se'le habia ordenado;

pet~

el

muerto no dió la menor señal·de vida. Cuéntale el pasage

á

Eliseo, quien entra, halla el cuerpo del niño tendido so–

bre la cama, cierra al punto la puerta del cuarto,

y

se po–

ne

á

orar. Acabada la oracion, se sube sobre la cama,

y

se acuesta sobre el niño, junta ojos con ojos , boca con

bo–

ca, manos con manos ,

y

lo calienta, dice la Escritura,

con su propio calor. Baxa despues de la cama,

y

da dos

vueltas por el cuarto: súbese otra vez

á

la cama,

y

se en–

coge sobre el niño, el cual bostezó siete veces,

y

abrió

los ojos. No dexa de conocerse que todo esto es misterioso.

La figura

y

et misterio se palpan en todas las circunstan–

cias del milagro. Habietldo el niño

1

resucitado, lo entregó

el Profeta sano

y

bueno á -su madr@ , la que transportada

de gozo

y

admiracion, se arrojó

á

sus pies, acompañando

con

~bundancia

de lágrimas sus_humildísimas acciones de

gracias.

La divina Providencia;dicen los santos padres, quiso

darnos en la relacion tan Circunstanciada

d~ '

este milagro,

una figura

del

gran misterio de la

inutlilida.rd

de

la ley,

y-–

de la' necesidad de la encarnacion del Verbo. ·El báculo

de Elíseo, puesto por su criado sobre el cuerpo d 1 niño,

dice san Agustín,

y

despues·de él saa Gregorio

y

san Ber–

nardo, significaba la ley d'e Moyses, que no podia por

·sí

misma dar

á

nadie, ni la vida, ni la justicia: era preciso

que el mismo Eliseo, figura de Jesucristo,

y

maestro de

todos los que habían sido enviados

á

predicar esta ley, vi–

niese en persona,

y

se encogiese, por decirlo así·, en su en–

carnacion, para acomodarse

y

proporcionarse al cuerpo

del niño; esto es , de·rodo el género

humano~

que san Pa–

blo dice haber sido niño baxo la ley (

Gal.

4.):

Et nos cum

essemus parvuti, sub elementis mundi eramus servientes.

Cuando éramos niños, vivíamos como esclavos baxo los

primeros elementos que se enseñaron al mundo, pero cuan·

do se cumplió el tiempo, envió Dios á su Hijo, el que en–

contró al género humano sin vida, sin fuerz as , sin luz.

Bostezó siete veces

el niño. Algunos intérpr€tes traduced

el hebreo por

estornudó siete veces.

No falta quien hace

de es tas siete señales de vida una figura de los

sacra men~

tos de la nueva ley, ó de los siete dones del Espíritu san–

to en la ley de gracia.