Table of Contents Table of Contents
Previous Page  200 / 356 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 200 / 356 Next Page
Page Background

1 9 0

VtERNES TERCERO

cesiaad de venir en adelante

á

sacar agua de este

pozq

con

tanta incomodidad, y para que

rib

tenga sed en toda mi

vida. El Salvador queria que deseara la gracia que le que–

ría conceder,

y

que se la P,idie ra. Dios no nos convierte

jamás no queriendo nosbtros. La verdadera 'voluntad de

convertirse es siempre una disposicion necesar!a para

una conversion eficaz. Deseaba Jesus dar á la Samarit?–

na la fuente de la gracia viva que Je

ofrecía~

pero gueria

disponerla á hacerse digna de élla po_r la confesion

y

el do–

lor de sus pecados , y por el conocimiento del Mesías. Es–

toy pronto á darte lo que me pídes,.la dixo el Salvador;

pero vé, llama á tu marido para que participe de la gra-

. cia que te quiero hacer. No rengo marido, respondió la

rnuger. Has dicho bien, réplicó el Salvador, porque el hom·

bre con quien actualmente vives,, no es mas

tu

marido que

los otros c-inco con quienec; has vivido como si hubieran si–

do tus maridos

legí~imos.

Así explica este pasage san Cri–

sóstomo.

A estas pal abras quedó absorta la Samaritana,

y

no

tuvo que r sponder; pero la vergüenza de ver drscubier–

tos sus desó rdenes , y el ver que la reconvenían con éllos,

la hizo desviar con habilidad la conversacion. Señor, dixo,

~onezco

que eres profeta,

y

nadie es mas capaz que tú

de resolver una cuestion, que ha infinito tiempo divide

á

los judíos

y

samaritanos en púnto de creencia. Es cier–

to que nuestros padres siempre han adorado

á

Dios en el

templo que está edificado aquí sobre el monte Garicin, so–

bre el cual se dice que Abrahan qui so sacrificará su hijo,

y

que Jacob erigió un altar

á

la vuelta de u viage de Me–

sopotámia;

y

vosotros los

judío~ d~ci s ,

que no se le d be

adorar sino en el templo

d~

Jerusalen. ¿Por parte de quié–

nes e tá el

engaño~

El Salvador, que cono" ia mu y b ie n

que esta muger por sus cuestiones fuera de propósico, so–

lo buscaba cómo entretenerlo, y no dar lugar

á

la cues–

tion principal (pintura fiel de una alma pecadora, á quien

la gracia persigue,

y

que pretende evadir e de la gracia),

no la abandona , ni se enfada con élla, antes bien con una

dulzura y una amable condescendencia responde

á

u pre–

guntas artificiosas; pero responde in stru yéndola

in per–

Eier de vista su

fin ~

que es la conversi n

y

la alvacion de

esta pecadora. Creed me, la die , ha llegado el tiempo en