199 / 356
DE
CUARESMA~
la plenitud de, los dones celestíales que nos tiene prepa ra -
dos. Esta mu ger, que reconoció en su vestido y en su len–
guage que. el Señor era judío, se mostró admirada de su
pericion. ¡Cómo, le respondió, tú que eres judío, me pides
de beber? iNo sabes que no hay comunicacionalguna en tre
las dos naciones?
No
lo ignoro, replicó el Hijo de Dios,
¡iero tú ignoras quién es el que te ·habla: si supieras quién
es el que te pide agua de· este
po~o,
quizá ya tú le hubie–
ras rogado que te diera otra agua viva, de la que él mis–
mo es la fuente. Esta respuesta la sorprendió. Señor, re–
plicó élla,
i
qué quieres decir con esto?
i
cuál es es,a agua
viva que me prometes, rdónde está la .füente
~
E sta de
aqu í es excelente, y no la hay tan buena en todo el con–
torno.
i
Por ventura eres tú mas poderoso que puestro pa–
d re Jacob, de qliien nosotros somos herederos? El fue quien
hizo cavar este pozo para sus
hijos
y para sus ganados:
sabemos cuánro estimaba esta · agua,
y
que no bebía de
ótras. Los samaritanos eran extrangeros
á
la r aza de Is–
rael, siendo un pueblo agregado
á
diversos paises, que
Salman.asar trasplantó
á
la Samaria. S.e lisonjeaba , no obs–
tante, descender de Jacob; pero los judíos los miraban c0-
mo á gentiles, que hab'ian Juntado las supersticiones
paganas con las ceremóniasjudías. Viendo Jesus que es ta
muger estaba ya· dispuesta
á
escucharle, empezó con su
dulzura
ordinari~
á instruirla . El que bebiere de la agua de
este pozo, respqndió, solo apagará su sed por algun tiem–
po; pero los que bebieren del agua que yo les daré, no
tendrán jamás sed, y esta agua se· hará en éllos una fuen–
te de agua 'viva·, que saltará hasta la vida eterna.
De
este
modo el Salvador, siempre admirable en la conversion de
Íos pecadores,- se acomoda al ' espíritu
y
·aun
á
las ideas
grose ras y materiales de ·esta muger. La espera cerca del
pozo, donde sab ia muy· bien' que iría
á
saoar agua: no
la pide de beber sino para trabar conversacion. con élla:
toma ocafon de
lb
que 'élla lé dice para desenvolverle
poco
á
poco los mas· grandes mister,ios,
y
la obli ga in–
sensiblemeple
'á
qtie le ·pida se los explique, haciendo na-
cer en élla el desed
d~ a~renderlos.
:
, ·
Señor ·~
respondió la' Sat:naritana, confieso que el agua
de que me hablas, vale mas, sin cpmparacion, que todas
l as nuestras: damé.,, pues, de élla para que no t el'lga ne-
"
1
(.¡"
•