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JUEVES TERCERO
como
rni
pueblo ·, y yo reynaré entre vosotros como vues–
tro Dios: sea·n puras vuestras costumbres , mi presencia
os será Benéfica. No os fieis e_!} las falsas seguridades que
los falsos profetas os dan de mi proteccion.
i
Quereis que
yo habite enmeaio de ..vosotros'
y
que esté con vosotros
en este lugar de siglo
en, siglo~
Sed religiosos, guardad
mi ley, y no
hag~is
mal á nadie ·: eF1tónces mi templo se–
rá para 'vosotros una prenda eterna de mi b<Jndad
y
de
mi benevolencia:
Flábitabo vobiscum in loco isto
,
a
se–
-culo, et usque in seculum.
El
evange~ió
de la misa de este dia contiene la histor!ia
de muchas curaéiories, y en particular la del milagro que
hizo el Salvaclor -con la sl!legra de san Pedro, que estaba
en la caina •, ·y tenia una recia calentura.
Habienclo salido Jesus
de la sinagoga de Cafarn aum un
sábado, entró en casa de
Sim.on; es ro es, en 'la casa de
san Pedro, ya sea que est
a casa perteneciese al Apóstol,
0
que
fuese ~de
su suegra,
y
que san Pedro, que era de
Betsáidá ,:se alojase en élla.1cuando estaba en
C~farnaum.
Esto pasó ántes de la tercera vocacion de' los apóstoles,
y ántes que hubiesen renunciado enteramente cuanto po–
seían: el Salvador no tenia todavfa á
1a
sazon sino cinco
· discípulos. Luego que ,enrró le dixeron que la suegra de
Simon
~ ~u
disaípulo, qbie estaba. alojado en aquella casa,
estaba peligrosamente enferma de una fiebre contínua,
y
lo conjuraron todos juntos que la diese la salud. No fue
necesario hacerle muchas instancias; pues tenia mas gana
de concederles lo que pedían , qt'le éllos de conseguirlo.
Este divino médico va sim detenerse
á
ver la enferma, se
arrima
á
la cama,
y
c;on un tono·que no· puede c0nvenir
sino al que es señor de la vida y ·de la muerte, manda á
la calentura que la dexe, y· al punto la dexa la calentu–
ra. La enferma sintiéddose no solo sin calentura, sino tam–
bien sana
y
rnbusta' se levanta' hace servir la comida,
y segun la coslumbre del
pais,
sirve élla misma á la mesa
al maestro
y
á.
lOs·disdpulos. El gozo fue tan grande .co–
mo la admiracion: se conoció bien en esta ocasion , que
el Salvador n.o era capaz de ver padecer
á
los que lo
aman sin ser sensible á sus males,
y
sin aliviárselos. Es–
te Señor
~e
todas nuestras necesidades, y quiere que nos–
otros se las descubramos. El seno de la divina misericor-