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· DE CUARESMA.

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7_5

dia está siempre pronto

á

abrir?e; pero la oracion es co–

mo la llave con que se abre. No bien ha recobrado esta

muger la salud por la omnipotencia de Jesucristo, cua·n–

do el primer uso que hace de élla es servir al nüsmo Je–

sucristo.

i

Despues de la enfermedad hacemos .nosotros ·el

mismo de nuestra salud?

1

E ste milagro hizo gran ruido, tanto, que nó bien hu–

bo pasado la fiesta del sábado, que se acababa ,al poner

el sol, cuando toda la ciudad acudió de tropel al aloja–

miento en que se hallaba Jesucristo. Todos los que tenían

enfermos, se daban priesa por llevarlos ,delante del Se–

ñor, persuadidos á que solo con que los -rocase, era cierta

su curacion. La fe de estos hombres no fue vana. Sin em–

bargo de ser prodigioso el número de .enfermos que le pre.–

sentaron , los cocó á todos_,

y

todos quedaron sanos. Nos–

otros no tenernos otros verdaderos males mientras vivimos,

que las enfermedades del alma.

z

Gómo, pues, el mismo

cuerpo

y

sangre de Jesucrisrn, que recibimos en la Eu–

caristía, como un tan soberano remedio; ·cómo, vuelvo

á

decir, no obra estas maravillosas curaciones? Asunto

fe–

cundo en reflexiones sobre las disposiciones de los que co–

mulgan sin fruto,

y

que recibiendo tantas veces

á

Jesu–

crisw, e quedan siempre tan enfermos como ántes.

Tambien le llevaron

á

Jesucristo un gran número de

endemoniados,

y

á

la primera palabra que pronunció con

un tono de superioridad, .se vieron salir los demonios

d~

los cuerpos con mucha rabia, nG dexando por eso de pu–

blicar altamente

la

gloria del que

los

expelia. No era es–

to porque éllos ..interu:asen procurarlej hoq r a alguna, sino

porque temiendo -estos espíritus soberbios -parecer: venci–

dos por un hofubte comun, creían soldar la infamia de

ser echados, gritando al salir de lo

s cuerpo

s: Tú eres el

Hjjo de

Dios;

aunque entónces solo

te

nían.un conocimien–

to imperfecto

y

fundado en conjeturas de que Jesucristo

era Hjjo de Dios.

Sjra

embargo, Jesus, que no que

ria

[ener

semejantes pregoneros, ni que la verdad fue e anunciada

por éllos

á

los hombres, tlos amenazaba

y

l eo;; im poni a si–

lencio. Entre las mucha

razone· •que se alega n para la

proh ibicion que hace aqui el Salvador, la mas n rura l al

parecer es, que aquello pueblos no e rnban t oda

1

ba. -

tante dispuestos

á

oir hablar de su divinidad . Conver

1a