· DE CUARESMA.
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dia está siempre pronto
á
abrir?e; pero la oracion es co–
mo la llave con que se abre. No bien ha recobrado esta
muger la salud por la omnipotencia de Jesucristo, cua·n–
do el primer uso que hace de élla es servir al nüsmo Je–
sucristo.
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Despues de la enfermedad hacemos .nosotros ·el
mismo de nuestra salud?
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E ste milagro hizo gran ruido, tanto, que nó bien hu–
bo pasado la fiesta del sábado, que se acababa ,al poner
el sol, cuando toda la ciudad acudió de tropel al aloja–
miento en que se hallaba Jesucristo. Todos los que tenían
enfermos, se daban priesa por llevarlos ,delante del Se–
ñor, persuadidos á que solo con que los -rocase, era cierta
su curacion. La fe de estos hombres no fue vana. Sin em–
bargo de ser prodigioso el número de .enfermos que le pre.–
sentaron , los cocó á todos_,
y
todos quedaron sanos. Nos–
otros no tenernos otros verdaderos males mientras vivimos,
que las enfermedades del alma.
z
Gómo, pues, el mismo
cuerpo
y
sangre de Jesucrisrn, que recibimos en la Eu–
caristía, como un tan soberano remedio; ·cómo, vuelvo
á
decir, no obra estas maravillosas curaciones? Asunto
fe–
cundo en reflexiones sobre las disposiciones de los que co–
mulgan sin fruto,
y
que recibiendo tantas veces
á
Jesu–
crisw, e quedan siempre tan enfermos como ántes.
Tambien le llevaron
á
Jesucristo un gran número de
endemoniados,
y
á
la primera palabra que pronunció con
un tono de superioridad, .se vieron salir los demonios
d~
los cuerpos con mucha rabia, nG dexando por eso de pu–
blicar altamente
la
gloria del que
los
expelia. No era es–
to porque éllos ..interu:asen procurarlej hoq r a alguna, sino
porque temiendo -estos espíritus soberbios -parecer: venci–
dos por un hofubte comun, creían soldar la infamia de
ser echados, gritando al salir de lo
s cuerpos: Tú eres el
Hjjo de
Dios;
aunque entónces solo
tenían.un conocimien–
to imperfecto
y
fundado en conjeturas de que Jesucristo
era Hjjo de Dios.
Sjra
embargo, Jesus, que no que
ria
[ener
semejantes pregoneros, ni que la verdad fue e anunciada
por éllos
á
los hombres, tlos amenazaba
y
l eo;; im poni a si–
lencio. Entre las mucha
razone· •que se alega n para la
proh ibicion que hace aqui el Salvador, la mas n rura l al
parecer es, que aquello pueblos no e rnban t oda
1
ba. -
tante dispuestos
á
oir hablar de su divinidad . Conver
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