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DOMINGO TERCERO

bido

á

Dios,

i

qué veneracion, qué culto no debemos

á

la Madre de Dios?

P U N TO S E G

U N

D

O.

Considera que la respuesta de

Jesu~risto

á

estas pala–

bras,

Dichoso el vientre que te llev<f,

nos insinua la emi–

nente santidad de María, dándonos

á

entender, que esta

Señora es todavía mas distinguida por la fidelidad con

que cumplió todas las obligaciones de la religion, ,que

por la prerogativa de M.adre de Dios.

Antes bien,

repli–

có Jesus,

dichosos los que oyen la palabra de D-ios

,y

la

ponen en práctica:

y

.esto nos enseña tamb.ien , que el ver...

dadero modo de honrar dignamente á la santísima

V

frgen

es imitar sus vütucles. El rnlto que la darémos entónces

será sincero, siendo tan religioso: nuestra cpnfianza Ja será

demasiado agradable para que sea vana. A la. verdad, la

veneraci<:m, la confianza, la devocion de la santis:ima

V

ír–

gen nacieron con la lg1e.sia. Jamás

·~e

ha vistb un verda–

de ro fiel que

líl0

haya tenido

UIJ.

amor filial ·á esta ama–

lDle madre de los escogidos. Se puede deciT, 'qUe así co–

mo la ·devoci·on

á

1a sa ntísima Vírgen crece con la fe,

así se ve que esta fe, de la cual .vi ve el justo, no se .de–

bilita jamás, sin -que igualmente se

d~bilite

la

devoci.on

á la Madre <le Dios. N o se puede ·,hallar buena acogida

en la Madre, ·Cuando se vive en desgracia ·del Hijo,

y

no

se

quiere ·salir de élla. Las grandezas

y

prerogativas de

la santís ima V ír gen , su poder , ·su va1imiemo, deben ba–

cer el asunto de .nuestra confia.nza

y

de nuestro consue–

lo. ¡Qué cosa .ta·n dulce

y

·de tanto consuelo como téner

po r madre á la Mad<re de Dios,

,y

es tar seguros .que es–

Hl

Señora se Cüm.pla e en ser nuestra madre! Se sabe que

solo Jesuc1

i

t-o

redimió al mundo con el predo de su san–

s:r re; pero -no se .puede ignorar, que la sangr.e que derr.a–

~1ó

se formó de la misma substancia de María;

y

por

comigu·iente,

q.ue

María su mi-ni tró, ofreció, entregó por

Hosotros la sangre ·que sirv ió para nuestro rescate: en es–

·~o

se funda la l glesia .para atribuirla la ·Cualidad de me–

ci ia nera ,

y

de todos los otros t ítulos .que la da. María toma

demas iada parte, tiene demasiado interes en nuestra sal–

vacion para qu e mire

á

·sangre fria nuestra perdicion. ·Sa-