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DE CUA
RESMA.
éste habia obrado, se va al rey, y le cuenta lo que le
habia dicho su criada. El rey de Sir ia, que amaba tier–
namente á su ministro, le ordenó que partiera incesante–
mente, y
re
dió una carta de recomendacion para el rey
de Israel, concebida en estos términos:
Luego que recibie–
res esta carta, sabe que te envio
á
Naamán, mi servidor,
para que lo cures de su lepra.
Naamán , habiendo toma–
do consigo diez talentos de pl ata , que hacen
á
lo que se
dice, como cuarenta
y
ocho mil y seiscientas pesetas
nuestras , seis mil piezas de oro ,
y
diez pares de vestidos,
parte con un gran tren para Samaria. Lo mismo fue lle–
gar, que presentar la carta del rey de Siria.
á
Joran, rey
de Israel, el cuál habiéndola leido, se imaginó que el rey
de Siria solo bauscaba algun pretexto para declararle la
guerra, y que para eso le escribía que curase
á
su Pri–
vado. Penetrado de dolor, rasga sus vestiduras á los ojos
de toda su corte , diciendo :
¿
Por ventura soy yo algun dios
para que pueda quitar la v ida y volverla? ¿A qué fin en–
viarme este leproso para que yo le cure de su lepra·? Se ve que
este príncipe no busca sino una ocasion para romper conmigo.
i
Por ventura no es buscar un motivo arbitrario de quere–
llarse pretender queyo
ha~a
un milagro?
Noticioso el profeta Elíseo de la de olacion en que se
hallaba
el
rey, le envió
á
preguntar, qué moti vo había
tenido para rasgar sus vestiduras : que le enviára el ex–
trangero, que él le haria ver bien pronto que todavía ha–
bía
pro~
tas en Israel. Serenado Joran con este mensage,
le dice
á
Naamán que va a
á
verse con Elíseo. E ste
Ofi–
cial se
fué
á
la casa del Profeta con todo su equipage; pe–
ro quedó sorprendido cuando Eliseo le envió
á
decir,
que fuera
á
lavarse iete veces en
el
J
ordan : se mostró
como resentido del modo que ten ia
el
Profeta de ponarse
con él;
y
ya empezaba á re tirarse, d iciendo con un tono
de enfado: Yo creía que este "Profeta vendria,
á
Jo me–
no , á vi. irarme: me parece que no perderia nada en to–
mar e es ta pena:
yo
·creía que hubi era invocado obre
m í el nombre de su Dios, y que tocándome con su ma–
no, me curaria la lepra.
¿
Aca. o no tenemos en Dama co
aguas mejures que toda las del reyno de lsra
~i?
¿qué
nece idad había de
ba
erme andar cerca de ci n leguas
para
decirme que fuera á bañarme
en
el
Jordan,
y
que-