![Show Menu](styles/mobile-menu.png)
![Page Background](./../common/page-substrates/page0061.jpg)
DE
ADVIENTO.
47
MEDITACION.
Sobre cuán poco conocido
es
Jesucristo;
y
de lo
poco que le aman los mismos que le conocen.
PUNTO PRIMERO.
Considera cómo se podría decir
á
muchos cristianos lo
que san Juan decía
á
los judíos:
Medius vestrum stetit,
quem vos nescitis:
Jesucristo nuestro Señor está en medio
de vosotros,
y
no lo conoceis; porque sL le conociérais,
i
cómo era posible que le profesárais tan poco amor, tan
. poco afecto, tan poco respeto, tan poco
reconocimiento~
¿Que desgracia la de los judíos, no haber conocido á su
legítimo Rey, a su soberano Señor, á su Redentor,
á
su Me–
sías tan ardientemente deseado-y esperado por tanto tiem–
po , estando tan claramente señalado el tiempo de su ve–
nida,
y
siendo su doctrina
y
sus milagros el
cumpli~en-
to visible de sus profecías? iAcaso es menor desgracia la
de los cristianos que no conocen
á
Jesucristo sino con una
fe flaca, enferma, medio apagada; con una fe casi muer–
ta, que -alumbra lo que basta para hacernos inexcusables,
pero que no obra lo que se necesita para hacernos verda–
deros cristianos? Jesucristo está realmente en medio de
nosotros en el adorable misterio de la Eucaristía: ¿pero co–
nocemos á Jesucristo baxo estos velos? Grandes
d~l
mun–
do,
ile
conoceis vosotros, que castigais con tanto rigor las
mas ligeras faltas que se cometen contra el respeto que
os es debido, al paso que sentís tan poco los ultrages que
se le hacen á este soberano Señor
á
quien haceis profesion
de conocer? Gentes del pueblo , ¿conoceis vo otros á es-
te Dios, á este Salvador que está en medio de vosotros,
vosotros que frecuentais tanto las casas de aquell9s de quie–
nes esperais recibir algun favor,
y
que os mostrais tan co–
medidos
y
tan .circunspectos en presencia de aquellos á
quienes temei ; mientras estais sin respeto alguno en el tem–
plo,
y
no hallaís un momento de hueco para tributar vues–
tros obsequios á Jesucristo, que reside en nuestros altares?
Los mini tros del Señor, las personas consagradas
á
Dios
por profesion
y
por estado, ¿cono.cen
á
J
es~cri~to?
Porque
'
•