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DE ADVIENTO.

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mundo se disimula Jo que se sufre; y cada uno quiere pa–

recer otra cosa de lo que es: la máscara y el disfraz es el

primero,

y

casi

~l

único don que ofrece el n:iundo: el di.–

simulo

y

la ficc1on son el carácter de los dichosos del si–

glo. Se rien, se regocijan, se entregan á toda hora á todo

género de diversiones, pero de diversiones todas tumul•

tuosas; porque si se ha de decir la verdad, solamente se

afanan por entretener sus molestias, y por entorpecerse

á

sí mismos; ¡grosero artificio para ocultar al publico lo que

pasa en el pecho! pero la inquietud.!, la agitacion, el des–

asosiego tiranizan el corazon de los mas joviales.

La

gue–

rra es doméstica ; en élla no tienen lugar las treguas. Si se

abandonan

á

sus pasiones para tener alguna paz, vienen

á

ser esclavos de sus mismas pasiones.

No hay gozo en el mundo que no sea superficial, no

hay flor, por aecirlo así, que no sea artificial:

P,ax, pax :

et non erat pax.

Solamente la paz de Dios, qúe acompaña–

~

la buena conciencia, es la paz verdadera que hay en la

tierra. Esta paz, que es sobre todo lo que se puede_4Pen–

sar, no puede ser fruto de otro árbol que de la virtu'ti. De

aquí aquella tranquilidad pura, aquella dulzura inalterable,

aquella alegría tan dulce, aquel recogimiento tan apaci–

ble ; aquella modestia tan grata, que hacen el carácter de

las _f?;entes de bien. No es el mal humor ni la poquedad de

esptritu, ni la melanc6lía, ni la falta de crianza , ni un

natural abrutado

y

salvage,

lo

que retrae

á

las personas

virtuosas de los concursos del siglo, de los sitiQ;; de pla -

cer,

y

de las diversiones tumultuosas; ni menos son sus

pretendidas monadas

y

su humor ridículo lo que les hace

amar el retiro: estas son unas calumnias viejas con que el

mundo ha pretendido infamar en todos tiempos

á

las gen–

tes de bien. Su modestia, su exacta regularidad, su des–

vío de todas las fiestas mundanas, son efecto de su virtud ·

y

del contentamiento interior que gozan. Su corazon gus–

ta las dulzuras de una paz que le sacia; no temen turbar–

la . Sola la experienza puede hacer comprender este mis–

terio: es necesario gustar las delicias de esta paz del

co -1

razon para poder formar una idea cabal de élla. :

Gustate,

et videte,

dice

~l

Profeca; haced primero la experiencia, y

despues podre1s Juzgar

y

hablar seguramente de esLa paz.