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DESPUES

DE

PENTECOST

.E~.

·

287

-

sus brillos

y

resplandores

i

como pu.eden apagarse de re-

pente ,

sin que

se sienta ni

se

conozca

siqu ier a

que se ha

cegado

~

i

Puede

perderse

el

gusto

de

la devocion hasta

tenerle horror sin que el alma

eche de

ver que está en–

ferma~

Y

despues de haber ser vido

a

Dios muchos años

con fervor

y

con edificaciü"n,

i

puede uno retirarse de su

servicio sin pesar

y

sin

inquietud~

Es esta

una

cosa que

pareceda

~rn posible

si tan freqi.ientes exemplos

no

pro–

baran todos lo dias que se

puede

demasiado. La corrup–

cion del corazon

se

comunica bien presto

al

espíritu ;

se

dexa

de

pensar bien

desde el

·punto que se

dexa

de

vi–

vir bien. Quando

ya

no ·se halla gusto en Jas grandes ver–

dades

de la

rel igion , bien presto

se

las pierde

de

vista:

nunca

&t

desb2;¡·ra poco, quando despues de

hab~r

con'o...

cido

el

buen camino nos

e~ttraviamos

de él por disgus–

to. ¡Que diferencia

de

costumbres, de sentimientos

y

de

conducta, buen

Dios,

entre nna persona verdaderamen'te

devota,

y

la misma persona viviendo

en

la disolucion!

Afable, humilde, caritativa, oficiosa, ingéoua, todo esto

es una persona quando es sinceramente virtuosa. ¡Que pru–

dencia, qué cordura, qué hombría de bien en toda su

conducta! Esa señora, penetrada ántes de las grandes ver–

da~es

de la rel igion, solo hall aba verdadero gozo ·en los

exercicios de una devocion sóli da: vivía en el mundo sin

seguir sus máximas. La regularidad de sus costumbres,

su

modestia, su aplicacion al cumplimiento de sus obli–

gaciones' su afabilidad daban un nuevo lustre

a

todas sus

bellas prendas. La · envidia respetaba su virtud, la propo–

nian en el mundo por modelo de una dama cristiana. Esa

persona religiosa , al salir de su noviciado, se hacia ad–

mirar de los mas ancian9s por su exacta puntualidad,

por su tierna devocion , por su fervor , por su mor tifi–

cacion, por su modestia:

i

quien· hubiera dicho que una

virtud tan sólida babia un día de afloxar

y

desmentir–

se? Pero por haberse descuidado en reparar un made–

ro, dice el Sabio, en limpiar el tejado, en cerrar un agu–

jero, todo el edificio se ha desmoronado ; una peque,ña

rendija en el navío le

hJ

flecho padecer un triste nau–

fragio.

Obscurdtum est aurum;

ese oro tan puro ha per–

dido

todo

su valor perdiendo su resplandor.

Mutdtus

est color óptimus;

esa virtud tan pura , tan brillante se

ha