DESPUES DE PENTECOSTES.
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1
mucha costa para tenernos en -su servicio: el ·
S~ ño r
es
q uien nos alimenta , nos mantiene
y
nos conse r va ;
y
qu ie n
nos ha p rometido un rico
y
precioso salario desp ues
que
le ha
y
amos se r vido.
¿
Hubo j amas ciiado obligado, empe–
ñado
a
servir
a
un amo por mas t ítulos que lo estamos no·
sot ros
.a
Dios
?
_.~ in
embargo , por
la
mas
·indigna , la
mas
inj us ta, la
mas
ridícula de todas las conductas,
no
estamos
contentos
de
no tener que
servir
sino
a
Dios. Conven imos
en que el Señor es
el
mejor,
el
mas dulce, el mas grande,
el mas· poderoso ,
y
el
mas. liberal de todos los amos :
que
solo él nos puede hacer nuestra fo r tuna; ni la esperarnos
de
ningun
otro.
Se
conviene en que el mundo es
el
amo
mas du ro, mas ingrato, rnas pobre
que
puede haber : que
n ada
iene
qu
dar , por mas que prometa dar mucho:
que su servicio es una vergonzosa esclavitud : que por
nin–
gun título merece el nombre de ·amo: que no, tiene en
su ser vicio sino esclavos; que el mundo es propiamente un
tirano , que solo sabe hacer infelices. Con todo, no obs–
tan te este convencimiento confirmado todos los dias con
mil
exemplos, son . pocas las . personas que quieran t ener
a
Dios por su ú.nico amo. Se quiere sei:vir
a
Dios ,
pero se
quiere servir tambien al mundo; queremos partir
nues–
tros .servicios. No so.mos tan impíos
e
irreligiosos que
rehusemos servir
a
Dios ; pero
¡
quan pocos son los verda·
deros fieles que no quieren servir sioo
a
Dios
solo! Se
quiere servir tambien
al
mundo , se miran con respeto las
leyes del mundo1, sus libreas se visten con gusto; se hace
profesion
de
seguir su espíritu
y
sus
máxímas.
E ste nue–
vo amo es duro , su servicio es ama rgo
e
ingrato ;
no
importa,
se
le sirve con gusto, se ama su yugo , por mas
pesado que sea : ámanse hasta sus
di ~ gustos
y
sus desgra–
cias;
i
quien se queja de su y[ugo, ni .quién le arroja 'de sí;
al paso que vemos
a
es tos ·mismos queja rse de la imagina–
da pesadez del yugo de
Jesucristo~
Por suave
y
ligero
que sea
el
yugo de este S.eñor , se nos hace demasiado
pe–
sado: su servicio nos cansa y nos fatiga.
¡Que locura, buen
Dios;
qué impiedad mas
extravagante!
..;_
-·
PUN-