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DOMINGO CATORCE
PUNTO S E G UN DO.
Considera que nadie puede servir
el
un tiempo
~
dos
amos , especialmente tan opuestos como lo son Dios
y
el
mundo; es indispensablemente necesario dedicarse al ser–
vicio de uno solo. Es imposible servir
a
Dios
y
al mua·
do
a
un mismo tiempo;
y
aun quando esto se pudiera,
i
se deberia ni aun solamente
intentarlo~
Considerémos la
incompatibilidad de estos dos servicios por la oposicion
de estos. dos amos. Sus leyes , sus máximas son tan con–
trarias , que es evidente que no se puede amar al uno sin
aborrecer al otro ;
y
querer agradar al uno
y
al otro, es
desagradar
a
entrámbos. Jesucristo pide ind
pensabl~men-.
te
a
todos sus siervos una pureza perfecta ' una inocencia
sin mancha , un corazon puro, humilde
y
sin aficion
~
los bien criados. La modestia , la mansedumbre , la mor·
-
tificacion, una caridad sin límites
y
sin medida : una req·
titud sin artificio , sin ostentacion , la buena fe
y
la senf–
cillez deben caracterizar
a
todos las discípulos de Jesu–
cristo. No ha
y
una de estas virtudes que no sea indis–
pensable,
y
no hay siervo de Dios que no deba mirar al
mundo como al enemigo irreconciliable de Jesucristo;
y
por consiguiente que no deba tenerle horror, que no de-
ba aborrecer su espíritu, sus leyes, sus máximas;
i
que
inayor incompatibilidad que la de estos dos
amos~
i
Que
te parece
~
i
Se puede servir
a
un mismo tiempo
a
los
dos~
El mundo tiene sus máxiqias, su espíritu y sus leyes;
contrarias todas y en todo
el
las del evangelio. La sober–
bia, la ambician, la vanidad hacen el carácter del espíri-
tu del mundo. Una fortuna mediana jamas
fué
del guste>
de los mundanos: en el mundo se deben hacer todos los
esfuerzos posibles para salir del poi vo ,
y
ponerse sobre
sus iguales ; no se debe estar jamas contento miéntras se
vea u.n puesto superior al que se ocupa. El orgu1lo es la.
primera calidad,
y
la ambician la primera leccion que se
toma en el servicio
y
en la escuela de este intratable
amo. Las riquezas son el ídolo universal
a
quien todos
los mundanos ofrecen votos. El a.mor del de1eyte es como
el alma de todos los deseos de las gentes del mundo.
El
regalo, la sensualidad, hasta la impureza, no solo se hallan
au·