DESPUES DE
PENTECOSTES.
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tambien segu'n este
espíri~u.
Non efficiámur inánis glóritr!
cúpidi:
No seamos codiciosos de vanagloria, tirándonos
unos
a
otros,
.y
teniéndonos envidia ::por un secretq zelo
tan contrario
a
la caridad. Si no hubiera orgullo, no habda
divisiones, disputas ni quejas. La diversidad de senti–
mientos
nace,
por
lo
comun, de una vanidad secreta, que
no quiere sujelarse
a
ageno dictámen. Por mas que nos
forjemos mil motivos plausibles para cohonestar nuestra
terquedad,
b"en presto asentiríamos
al
dictámen de
40$
otros, si ·el orgullo no estuviera de por medfo; la envidia
y
los zelos siempre fuéron los primeros frutos de la so-·
l!>erbia. Hermanos mios , añade San Pablo , si alguno se
hubiere d exado sorpreheuder hasta cometer alguna culpa;–
los
1
e sois
pir ítuales ., aconsejadle con espíritu de, man-.
sedum:bre io· que debe hacer. Dice esto San Pablo, por–
que aLrunos doctores ., animados de un falso zelo
y
de un
espíritu de soberbia , se habian puesto
a
dogmatizar ; con
lo qual
tr
bian introducido la turbacion
y
Ja division en
aquella _ig1e
ia.
J amas hubo herege ni cismátko que no
busca e partidarios. Abusando, pues, aquellos falsos doc–
tores
de la , simplici ad
de los nuevos fieles de
Galácia,
habian . envuelto
a
muchos en el error·;
y
así San Pabló
exhorta
a
los presbíteros'
ya
todos los que se sentían ani..
mados del espíritu
de
Jesucristo,
a
que abran los ojos
a
]os que habian caido en · los lazos,
a
q'ue les alarguen la
manó
'i
y
los vuelvan al cami o que habían ,dexado , no
ech~ndoles
en cara . su ·culpa con aspereza, sino represen–
tándoles su caida con' un e '·píritu ·de
mansedumbre
y
de
carid·ad :
In spiritu lenitátis.
Guardaos bien de .dexaros
a rrebata r de aquel zelo amargo, que en lugar de curar
la s ll g <=ts,
los
.xa"pera
y
encona;
para esto el m ..:jor me–
dio
es que ca Ja no
eón
idere su propia flaqueza,
y
re–
fl r xinne, que aunque
hayq,
.sido mas fiel, no por eso es
ménos ca p z dé dar en los
mismos
de barro . La vista de·
lo qu e somo ·, no nos de be hacer olvida r lo que podernos
s·
r. No
hay
pecado, dice San Agustín, d e que
no
sea–
mos capa ces , si Dio., no nos . ostiene. E l conocimiento de
nuestra propi
fl-aqueza
siempre
inspi ra mas compasion
que ira contra los pecadores. Un secreto orgullo es iem–
pre quien ·causa la am& gura
y
la dureza que se ad
vier·
te muchas veces .en el zelo.
Q~ando
uno
pie1r a
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p
2
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