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44 ,

SEGUNDO MIERCOLES

bló individualmente de todas las ignominias

y

tormentos

que habia de padecer qentro de

·pocos

días en aquella ca–

pital. Ya veis, les decía ; que vamos á Jerusalen :

allí el

hijo del hombre será entregado ,

y

puesto

en

manos

de

los príncipes, de los sacerdotes,

de

los 'doctores y de los

magistrados ; los que contra toda justicia lo tratarán con

la

mayor infamia, y lo condenarán

á

muerte como á

reo

de los mas feos delicos ;

y

porque los romanos

los han

pri·

vado del derecho de vida

y

de muerte , lo entregarán al

arbitrio de estos gentiles -, para que lo traten con irrision,

para qüe lo azoten

y

crucifiquen ·,

y

esto

á

vista'

de

todo

el pueblo; pero no os asustds, ni temais, porque este

Hi–

jo del hombre tan maltratado resucitará al tercero dia coa

todo el respfandor de su gloria. Esta era la

t~rcera

vez

que les predecia su muerte ; pero nunca lo habia hecho

de

un modo tan circunstanciado.

E ~ ta

prediccion los

ba–

bia de afligir

sumamente , pero era necesaria

para

fo rti–

ficarlos contra el escándalo de su pasion ; mas los após to–

les estaban tan llenos de las ideas

de

gloria, de poder

y

de

feli cidad baxo

que

se representaban los judíos al Me–

sías,

que todo lo que les dixo el Salvador

de

su pasi on

y

de su muerte, fué para ellos un enigma , del qual nada

comprehendiérón : lo que se vió claramente por

la peti–

cion que

le

hiciéron de Jas primeras sillas de su reyno Ja·

cobo

y

Juan , hijos del Zebedeo, por medio de su ma–

dre.

E~ ta

muger inst igada de sus

hijos

se presentó delan–

te de .Jesucrisco, lo adoró con respeto,

y

le

suplicó tu-

, viese

á

b!.en

que

le. pidi@9e un favor. Habiéndoselo permi–

tido el Señor, Je dixo con mucha confianza: Maestro,

á

lo que parece,

se

acerca el tiempo en que dt!beis entrar

en posesion de vuestra gloria : quando esteis en ella, acor–

dáos de dar los dos primeros puestos de vuestro reyno

á

mis

dos hijos,

y

haced qpe se sienten á vuestros dos

la–

dos, dándoles la preferencia sobre todos vuestros discí- ,

pulos.

El

Salvador- disimuló la

t~rnura

materna,

y

esta

pequeña ambicion • que

10

era en efecto ;

y

dirigiendo la

palabra á los hermanos, les hizo entender, que los pues–

tos en el cielo no se dan por el favor ,

ni

por pura reco–

mend,acion, sino por mérito:

aunque

es verdad que no hay

mérito al gu no sin la gracia , vosotros , añadió

el

Sal va–

-dor,

tendréis lo uno

y

lo otro : pelearéis, venceréis ,

y

re-