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.DE

QUARESMA.

tampoco he venido de mí mismo; sino que en calidad

de Mesías he debido ser enviado del soberano Señor del

.universo, á

quien

vosotros no conoceis ' el qual siendo

la

misma verda j , ni puede faltará sus promesas ,

ni engañar

con sus palabras,

ni

engañarse en

la

eteccion que

ha

hecho

del que ha enviado , y que no os enseña sino lo que ha

aprendido de él. Por lo que á mí toca, si digo que no le

conozco , seré mentiroso como lo sois vosot ros. Como si

di xera, dice San Agustín :

Ab

ipso sum;

quia

filius de

patre ,

&

quidquid est filius, de il/o est cujus est filius.

Soy de la mi sma naturaleza que él, porque el hijo es

de

la misma natu raleza que el Padre;

y

todo lo que el hijo

es, lo es de aquel

de

quien es

hijo.

He nacido del Padre

en

quanto Dios , y he sido enviado

.P~r

él en .quanto

h ::>mbre. Quando le oyes áecir, contmua el Santo:

El

que me ha enviado

,

no creas que denota diferencia de na–

turaleza , sino solo la autoridad del que lo envia en calidad

r

de

Padre.

Las

palabras

del

Salvador, que debían satisfacer ente-

,

r amen te á sus enemigos ,

y

hacer les ver quán dichosos eran

en tener un tal maestro, solo sirviéron para irritarlos. No

,buscaban ya sino tener ocasion de prenderle para perder–

lo. Pero como no babia llegado todavía el tiempo deter–

minado por él para sacrificarse por la salud de los hom–

bres, ninguno se atrevió á echarte

la

mano ; y

así

el

Se–

ñor ao tomaba precaucion alguna para defenderse.

El

ód io

y

la rabia de los principales de en t re

los

j udíos no impidió

el que muchos del pueblo creyesen en

él,

y

le ·reconociesen

por el Mesías. Dios halla siempre almas dócilés que lo in–

demnicen , por decirlo así , de la pérdida de esas almas

orgullosas , de esos mundanos sensuales ,

de

esos espíritus

fieros é incrédulos, que se rebelan contra la moral

y

la

doctrina de Jesucristo. Espíritus inquietos

y

fluctuantes en

materia

de

religion , aquí teneis con que fixaros. Sujetad

vuestro corazon á las verdades prácricas que enseña , ha–

cedla triunfar en vuestro corazon ,

y

ella

cautivar~

bien

pr.onto vuestro espíritu ,

y

os convencerá, que no ·'puede

ser sino

Dios quien la ha fundado.

La