DE QUARESMA.
t ual,
qu~
s6lida. La
doctrina que os predico ,
les dixo, no
.dexa de
ser
mia, aunque
es
la doct rina de mi Padre, que
me ha env iado para que
os
la
enseñe.
No
crea!s-que
os
ha–
bfo
solamente
como hombre ,
soy
el
hij o
~ e
Dio) ,
y
os
ha-–
blo en calidad de
ta l.
Los que se
niegan
á
su
propia
vo–
luntad
para hacer la de
Dios,
conocerán bien p ronto si
lo
que
yo
jiablo es de mí,
ó
si es Dios el
que me . hace
hablar,
y
si mi doctrina -es doctrina de hombres,
ú
doc–
trina de Dios. No habrá entre vosotros
quien
no
confiese,
que
un
enviado que
habla
por sí ,
y
no
segun las instruc ·
ciones
que
se
le
han
dado , busca
su
p rapia gloria;
y
que
al con trario,
el
que solo busca la gloria del
Sr;>ñor,
cuyo
lugar ocupa, nada dice que no sea verdad,
y
nada
quiere
que no
sea justo.
Los jud íos acusaban al Salvador de haber violado la
ley,
y
aun querian quitarle la vida por haber cµrado en sábado
al
paralítico. Pero J esucristo les hi zo ver que conocia
sus
mas
sec retos
pensamientos
y
su
mala voluntad;
les
mostró
asímismo l a
injustici~
y
la ínconseqiiencia de su conducta,
d iciéndoles : que
$i
él
ba quebr antado la
ley
curando en
sá–
bado á un paralítico, ellos la q·uebrantan mas , pues no re–
paran en circuncidar
á
mi niño
en sábado quando cae
en sá–
bado
el
dia octavo de su naci mien to.
i
Por que, pues,
añadió
el'
Salvador, me quereis quitar ·la vida? El simple pueblo,
que creyó que esta reconvencion se dirigia
contra
él , se
ofendió vivamente, porque amaba
á
Jesus,
y
no tenia par–
te en nada de
quanto
los pootífices
y
fari~eos
tratn:i ban
con–
tr~
él.
Aunque
no faltáron
gentes
tan a rrebatadas de cóle–
ra, que le
dixéron:
estás poseido
del
demonio,
y
no pue–
de ser otro que espíritu' de mentira quien te har e hab:ar de
esa suerte.
i
A quien le pasa por Ja imaginacion el hacerte
morir? El Sal vador, que no l:iabia
diri~ido
al
pueblo su re–
convencion, no se detuvo en rechazar su
ca lumnia .,
y
su
falca de .respeto. Continuó en confu ndir
á
~us
enemigos,
diciéndoles: me imputa is á deli to un
mi.l a~ r o
que os · ha sor–
prehendido
á
todos. Yo he
curado
un paral ítico ,
le
he
m<n–
dado que se fuese, que cogiese su car reton,
y
·~ e
lo llevase
a
casa; lo que haci a que
:el
milagro fuese toda
da
ma s visible.
Y como la envidia todo lo cor rompe, ·voso t ros me
acusai~
de haber vioJado la ley, porque hoy sábado .he curado
·á
este
enfermo. No juzgueis por
las
apariencias,
y
segun
el
Tom. 11.
R 3
·
ex-