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TERCER MIÉRCOLES

tur. S tnit e illo.r:

cced

runt,

8

duces

ciecorum. C1P.cu1

autem

1i

cieco

ducdtum prautet

,

ambo

in fóveam cadunt. R erpóndens

autem Petrus, dixit ei

:

edfr–

sere nobis paráholam ittam, At

ille dix it

:

¿

adhuc

8

vo1

.rine

int e!léctu

utis? ¿Non

intellí–

gitfr quia omne, quod

in

os

intrat

,

in

v entrem vadit

,

B

in .recéssum emittitur?

Quce

au–

tem procét$unt

de ore

,

de cor–

de éx eunt

e

ea

coinquinat

hó–

minem

;

de corde enim éxeunt

cr>g itat

i8ñe.r malee

,

homicidia,

adyltéria

,

1

/o rn.icatiónet, fur–

ta

,

f alsa

testimónia, bla.s-phé–

miw.

Hcec

sunt

quce

coinquinant

hóminem. Non lotis autem má–

nibu.r

manduc~re

,

non coinqui–

pat hóminem.

lestial, será desarraygada: dexad:.

los: son ciegos,

y

guias de ciegos;

y

un ciego si guia á otro ciego,

ámbos caen en

el

hoyo. Hablando

Pedro, le dixo: explícanos esta

parábola.

Y

él dixo:

i

todavía

est:iis vosotros sin entendimien–

to~

i

No entendeis que

todo lo

que entra por la

bo~a

varal

vien–

tre, y para en heces

1

Peao las co–

sas que salen de la boc proce–

den del corazon ,

y

éstas man-–

chao al hombre; porque del cora–

zon salen los malos pensamientos,

los homici<lios, los adulterios, las

fornicaciones, los hurtos, los fal–

sos testimonios, las blasfemias.

Estas cosas son las que manchan

al hombre ; pero el comer sin la–

varse las manos no mancha al

hombre.

MEDITACION

Sobre el buen· uso del tiempo.

. P U N T O P R 1M E R O.

Considera que

esta vida es

propiamente

el dia ,

dtirante

el qual debemos trabajar para

el cielo ,

y

despues del

qual

viene Ja noche en que nada se puede hacer.

¡Ay

de aquel

que no

hubiere

empleado

bie~

este dia!

_

Ninl!uoa cosa es tan precrosa como el tiempo

de

esta

vida:

n3hay

un

momento que

no

valga

una

eternidad;

pues ,

la

eternidad

fdiz

es

el

fruto

de las gracias, que no se

dan

sino

miéntras dura

el tiempo. Aquella

felicidad

infinita,

aquella gloria

inefable

que

gozan

los bienaventurados, el

precio

de

la

sangre

del Redentor ,

todo

esto no

es otra

cosa que la recompe.nsa, por decirlo

así,

del buen uso

del

tiempo.

.

.

El tiempo es

una

cosa tan preciosa,

que

todas las hon–

ras

y

riquezas del

mundo no

valen

tanto como

un

instante

de