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'

DE QUARESMA.

12

5

éste babia obrado, se va al rey ,

y

le cuenta lo que le

babia dicho su criada. El rey de Siria, que amaba tier–

namente á 'su ministro, le ordenó que partiera incesante–

mente,

y

le dió una carta de recornendacion para el

rey

de Israel , concebida en estos términos:

Luego que recibie–

res esta cat·ta, sabe que te envio

á

Naaman, mi servidoir,

para que lo cures de ·su lepra.

Naaman , habiendo toma–

do consigo diez talentos

de

plata ,:que hacen

á

lo que se

dice, como quarenta

y

-ocho mil

y

seiscientas pesetas

nuestras, seis mil

piez~s

de oro, y

~iez pare~

de vestidos,

parte con un

gran

tren para

S~marta.

Lo mismo

fué

lle–

gar, que presentar la carta del rey de Siria

á

Joran,

rey

de Israel, el qual habiéndola leido, se imaginó que el rey

. de Siria solo buscaba algun pretexto para declararle la

guerra ,

y

que para

eso

le escribia que curase

á

su pri–

vado. Penetrado de dolor, rasga s1Js vestiduras á los ojos

de toda su corte, diciendo :

i

Por ventura soy yo algun.

dios para que pueda quitar la vida

y

volverla -~

·iA qué

fin en'l!Jiarme este leprosa para que yo le cure de 'su

lepra~

Se ve que este príncipe . no busca sino una ocasion para

romper conmigo.

i

Por ventura na es buscar un motivo ar–

bitrario de querellarse, pretender que yo haga ·un

milagro~

Noticioso el profeta Elíseo de la desolacion en que se

hallaba el

rey,

le envió á preguntar', qué motivo babia

tenido para ·rasgar sus vestiduras: que le enviara el ex-

. trangero, que él le baria ver bien pronto que todavía ba–

bia profetas en Israel. Serenado

J

oran con este mensage,

le dice á Naaman que vaya á verse con Eliseo. E ste ofi–

cial se fué á la casa del profeta con todo su equipage; pe-· .

ro quedó sorprehendido quando Eliseo le envi9

á

decir

que fuera

~

lavarse siete veces en el Jordan : ·se .mostró

como resentido del modo que tenia el profeta

portarse

con él; y ya empezaba

á

retirarse,- diciendo con un tóno

de enfado: yo creía que este profeta vendria,

á

lo mé–

nos,

á

visitarme: me pareGe que no perdería nada en to–

marse esta pena: yo creía que hubiera invocado sobre

mí el nombre de su Dios,

y

que tocándome con su ·ma–

no, me cnraria la lepra.

i

Acaso no tenemos en Damasco

aguas mejores que .todas las del reyno de

Israel~

i

Que

·necesidad babia de hacerme andar cerca de cien leguas.

para decirme que fuera

á

bañ"rme en el Jordan,

y

que- ..

·

da·

'-

.