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NOVIEMBRE.

DIA XVI.

:233

mente abastecidos de las riquezas del cielo. Crió·santamen–

te la virtuosa Mabjla

a

sus dos hijos Edmundo

y

Roberto.

Quando los en\)ÍÓ

a

e tudiar

a

Paris dió un cilicio a ca–

da uno, encargándolos que le usasen dos

ó

tres veces

a

la se–

mana para que aquel instrumento de penitencia los sirviese

como de una cota celestial contra los golpes del espíritu

maligno que se vale de los engañoms atractivos de la car–

ne para rend ir

a

la razon,

d~s viándola

de la servidum–

bre al dulce yugo de la ley

de

Dios. Acreditó Edmundo

la buena educacion que le habia dexado como en herencia

su piadosí ima madre. Fué un modelo perfecto de virtud;

y

%

habiendo hecho voto de castidad delante de una imágen de

la

santísima Vírgen , confesó despues que aquella madre

de misericordia le habia socorrido en todas sus tentaciones,

animado eri sus trabajos , consolado en sus tribulaciones,

y

sostenido en sus dolores. En errnó gravemente su ma-

dre,

y

pareciéndola que no saldria de

aquella

enfermedad,

l~

llamó de Paris para darle

su

bendicion ántes de mo-

rir. Recibióla con profundo respeto,

y

rogó

a

su madre que

se la echase tambien

él

su hermano

y

sus hermanas.

No es

menester, hijo mio,

le

respondió ia virtuosa matrona :

en

tu persona se la echo

J ,

todos, porque todos part

iciparán

por

ti las bendiciones del cielo.

Encargóle despues ,.

com

o.al ma-.

yor de la familia, que cuidase de. colocar

a,

su hermano Ro–

berto,

y

de dar estado

a

SiJS

hermanas. En esto último se

halló muy embarazado,,

'porque

siendo ámbas dotadas d@

extraordinaria

hermosura.,

temia

que

peligrase su sal

va.,.

cion sí se quedaban en el: siglo•. Propúsolas si querian ser

religiosas ;

y

habiendo

a~eptado

las dos este partido ,. el

mismo

santo

her,mano las

lle~Ó ·

al convento•. Libre

ya:

de

aquel molesto·cuidado se restituyó-;

a

Paris para acabar sus

estudios, los que <mntinuó con Ja mayor aplicacion ; pero

áunq

ue era grande el deseo de ser sabio , era mucho

ma-

y.or

la ánsia de hacerse santo. Estudiab3 como si nunca hu-

bie

se de morir ,

y

vi:via corno si hubiese. de morir en

el mismo instante. EL

estudio

le- hacia-

t~diosos

y

·des–

preciables

lGs

gustos de los sentidos ,

y

1 virtud ilus-

traba su entendimiento con aquellas purí imas luces ·que

le facilitaban. la penetracion de las mas sublimes verda-

des: el estudio desviaba los estorbos que se oponían

a

la

virtud,

y

la virtud sanúficaba

al

estudio; con

cuya di-

cho-