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AÑO CHRISTIANO.
chosa armonía logró Edmundo hacerse tan sabio , que
era la admiracion de sus maestros ,
y
ser al mismo
tiempo tan virtuoso que todos le veneraban como
a
un prodigio- de
santidad. Al paso que iba adelantando
en años, iba añadiendo penitencias. No usaba
ya
de cili –
cios comunes sino de uno tan áspero,
que
parecia , por
decirlo así, haberle texido la misma penitencia por
su
propia mano. Luego que recibió los primeros grados en
la
facultad de París , enseñó en ella las Jetras humanas con _
m ucha reputacion; pero
a
tiempo que estaba di tando
a
sus
di..;cípulos algunas lecciones
de
geometría, se le apareció
en sueños
su
madre , y le preguntó qué significaban todas
aquellas figuras que le llevaban tanta atencion;
y
respon–
dióla el santo mancebo lo que ,
por
entónces le ocurrió.
Le
tomó la madre la mano, señaló en ella tres círculos igua–
les ; nombráodol9,S uno despues de otro el
Padr~,
el Hi–
jo,
y
el Espíritu santo, y le a?i adió :
Dexa
,
hijo mio,
todas esas figuras en
que
ahora te ocupas
,
y
en adelante
piensa solo en éstas.
Comprehendió fácilmente el Santo lo
que le
quería decir,
y
desde entónces se dedicó al
e
tudiC>
de
Ja-
teología. Quan6fo estudiaba tenia
a
la Vista una imá–
gen de la santísima
Vírgen,
en cuya orla se .representaban
los misterios de nuestra redencion ; y en lo mas vivo del
estudio fixaba los ojos en aquella madre de la luz con tan–
to fervor, que algunas veces entraba·su espíritu
en
las·dul–
zuras de la contemplac;ion, quedándose suspenso
y
como
estático. Siempre que tomaba la Biblia para leerla, la be..
saba con respeto. Sabiendo Gautier, arzobispo de York,
que Edmundo tenia falta de Ubros, le hizo copiar algunos;
pero él
s~
excusó
de
admitirlos por no dar ese trabajo
i
los monasteriO's ;
y
ántes bien algunas veces vendió los
que
tenia para socorre.r
a
los .pobres,
~iendo
cierto que los
li–
bros le hacían ménos falta al paso qúe eran mayores las
luces con que le ilustraba el cielo. Hizo tan grandes
pro–
gresos en las sagradas
letra~,
que contra su voluntad le hon–
ráron con la borla de doctor. Disputaba con tanta sutileza
predicaba con tanta sabiduría ,
y
enseñaba la sagrada teo–
logía
con tanta devocion, que ·solo derramaba en sus dis–
cí pulos
y
oyentes aquellas aguas puras que recogia en las
fuentes del Salvador, de manera, que
a
la profandidad de
la
doctrina-añadía la eficacia de
las sentencias, moviendo
los