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A.ÑOCHRISTIANO.
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D 1
A
OCTAVO.
San Godefrido, obispo
de Amiens.
N
Ació
San Godefrido de padres nobles, ricos
y
carita–
t ivos. Su padre se llamó Frondon,
y
su madre lsa–
btl.
·1
uv iéronle como por milagro, concediéndosele Dios
a
sus oraciones quando
ya
estaban
a~ánzad os
en edad.
Lle–
nó
de
g
zo
a
todo
d
pais el nacimiento de aquel dichoso
niño. Fué
su padrino de bautismo,
y
le pu o su nombre
Godefrido, abad del Monte San Quentin-le Perone, suge–
to muy ilustre, tío de la bienaventurada Ida, condesa de
Boloña , y madre de Godefrido de Bovil1on , rey de Jeru–
salcn. Siendo el niño de edad de cinco años, le admitió su
padrino en su monasterio.
Qué
fruto no se debia esperar de
una tierna planta que
a
tan buen tiempo iba
a
ser r egada:
con el rocío
cel~stial
en el campo
de
la religion
!
Desde
luego dió grandes indicios de su futura eminente santidad;
porque habiéndole picado una grulla entre los dos ojos
con tanta violencia, que naturalmente habfa de perder,
o
la vida,
q
la
vista; el tierno taumaturgo invocó el nom–
bre de Jesu-Christo, hizo la señal de la cruz sobre la he-
1·ida ,
y
al instante desapareció , quedándole solo una leve
cicatriz, sin deformidad, como para visible testimonio de1
prodigio que babia obrado el Señor. Adónde no llegaria
un niño que comenzaba la carrera de la virtud haciendo
milagros? Al paso que adelantaba en edad, adelantaba
1
tambien en perfeccion. A la manera que una tierra
abra–
sada de los rayos del sol abre sus entrañas sedientas
pa- ·
ra
recibir la
11
uvia del cielo, , se abria aquella hermosa
alma
a
las divinas influencias para recibir en su córazon–
el · precioso rocío
de
la gracia. Considerábale su abad co- -.
mo un ameno
y
fecundo campo, cuyas flores prometian
una copiosa
mies,
y
solia decir lo que el Espíritu santo
dixo de
1
San Estéban, que su semblante parecia al de un
ángel del cielo. E ra niño
y
en sus costumbres mostraba
todo
el
seso
y
toda la
prudencia de
la
edad
madura.
E~:-
.
· plea ...
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