NOVIEMBRE. DIA VII.
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cHnandó al ocaso: teníamos bastante camino que andar,
pero tambien teníamos mucho dia: ahora nos falta toda
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vía mucho ,
y
ya
va entrando la noche: está para escon–
derse aquella luz,
sin
Ja
qual no se sabe adónde se irá
<\
parar. Ya no es tiempo de ponerse en camino: se desper–
tó
muy tarde,
y
no hay dia para ir al mercado
a
hacer
p rovision de aceyte: llegará sin duda el esposo quando
no
estemos en casa. Aquellos hermosos dias de una florida
juventud: aquellos brillaptes años de una edad llena de
vi–
gor y de robustez: aquel noble
y
mejor trozo de la vida
que se consumió y se malogró en una delicada ociosidad,
todo este precioso tiempo no se
nos
concedió precisamen–
te para que hiciésemos nuestro viage. Detuviéronte en
él
los pasatiempos, el regalo y las alegres compañías: al
de–
cliaar la edad , en aquellos dias trisres anublados
y
peque–
ño ,
acompañados de tantos achaques, se conoce que
fué
demasiada la detencion,
}y
se quiere poner en camino quan–
<lo ya solo se debia pensar en retirarse. Gentes del mun–
do, mugeres profanas, jóvenes divertidos, que malograis
los mas bellos dias de la vida, aplicáos todas estas alego–
rías ,
y
comprehended bien este discurso figurado.
P U N T O S E G U N D O.
C
onsidera, qué sensible es una pérdida
de
la
ma
y.orconseqüencia quando es irremediable! Tal es la
pér–dida
del tiempo.
En
medio de eso esta pérdida se hace
con
gusto , se hace riendo,
y
aun se sentirá mucho
no
hacerla. Pero son christianos los que obran de esta mane–
ra~
Son siquiera racionales? No es esa una especie de lo–
cura? Por lo ménos hay otra mas lastimosa , ni que sea
seguida de mas cruel, aunque de mas inútil arrepenti ..
miento~
Todo el tiempo que se empleó en el juego, en vanos
pasatiempos y en expectáculos profanos, es tiempo per–
dido. Todo el
que
se gastó en vestirse, en peynarse, en·
refinar sobre la vanidad,
y
en seguir escrupulosamente la
moda, es tiempo perdido. Todo el que se dedicó
al
rega..
lo,
a
la deli cadeza . y
a
una insensible ociosidad, es tfrm–
po
perdido. Todo el que se ocupó
en
negocios, en preten–
siones, dictadas principalmente por la codicia, por la am–
bicion,
o
por alguna otra pasion humana
y
natural:
el
H
que