DE VOTO S .
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de
la
encerró con algunas criadas desde su prime–
ra juventud ; y como había reconocido en ella un
espíritu extraordinario ,
qui~o
cultivarle, para lo
qual la puso maestros.
Creciendo E/ rbara en edad ,crt da igualmente en
espíritu y en sabiduría; sus delicias eran contemplar
el
Cielo y aquella multitud inumerable de estrellas,
astros y planetas que le hermosean. No era menor
la atencion, admiracion y gusto con que observab'l–
la revolucion periódica de los Cielos y de las est cio–
nes ; el curso de los
a~tros
tan regular, y toda la har–
monía que advertía en la naturaleza, la embelesa–
ban ;
y
elevandose sobre los sentidos con las solas
luces de la razon, decia:
~quál
debe ser la sabidu–
ría infinita ,
el
poder sin límites del Artífice que
ha
criado todo este vasto Universo, que ha arr glado
con tanta habilidad todas las partes de que _se campo..
ne y que le conserva con tanto
orden~ ~quién
se atre...
verá
á
imaginar , que esta grande obra , que este
vasto
y
magnífico palacio ha sido fabricado por sí
-mismo,
ó
que este mundo tan unido, tan bien orde–
nado y tan adornado, ha sido hecho por el acaso'?
i,
quién no reconoce en este todo y en todas sus par–
tes un Sér soberano y una suprema inteligencia, que
lo conserva, y lo gobierna? ¡qué poco merecen nues..
tras Dioses el nombre que llevan! ¡qué divinidades
tan ridículas! se sabe quando nacieron estos preten–
didos Dioses; ellos no existieron siempre: luego no
. se han criado
á
sí mismos; porque quando uno no
existe, no puede producirse ni criarse; luego es pre·
ciso que haya una suprema inteligencia, un Sér
so~
·berano que no
haya
comenzado jamás á existir. ·
Es-
Dia IV.
o